1029_COSTAS

Sala El Sol, Madrid 4 Enero 2025
Texto y fotos: Javi G. Espinosa

Acudimos a la sala El Sol a presenciar un evento anunciado bajo el nombre de Festival de las Estrellas, que lejos de ser una cita singular, resulta ser un ciclo de música (mayormente, aunque abierto también al cine, la poesía y las artes plásticas) amparado por la Comunidad de Madrid y que desde 2023 se desarrolla por toda su geografía durante las cuatro estaciones del año. Siempre descubrimos nuevas iniciativas que desconocíamos, y que si sirven para difundir el arte y la cultura, pues bienvenidas sean.

En este caso se anunciaban en el cartel dos artistas que, aparte de compartir nombre propio, lideran sendas bandas bajo la denominación de sus apellidos: Costas y Ariza. El uno, con una carrera musical de más de cuatro décadas, incluyendo ser fundador, compositor y cantante de Siniestro Total, Aerolíneas Federales o Los Feliz, como todo el mundo sabe – o debería de saber, que siempre hay alguien por ahí despistado. El otro, con una trayectoria no tan larga (por motivos de edad, mayormente) pero también muy meritoria y reseñable, destacando su paso por los añorados Última Experiencia y por los Insolventes del Gran Wyoming, que no es poca cosa.

Abrieron la velada Ariza, empezando unos minutos antes de la hora anunciada para aprovechar un poco más el tiempo, y desde el comienzo reconocimos en la batería a Carlos Lahoz, compañero de fatigas pasadas en Insolventes y Última Experiencia, por lo que no resulta extraño que en el repertorio incluyesen varios temas de éstos últimos, cosa que nos sorprendió gratamente y que es de agradecer, para recordar aquellos gloriosos tiempos. Respaldado por una banda más que solvente, Miguel Ariza nos volvió a demostrar que es uno de los mejores y más versátiles guitarristas a ambos lados del Manzanares, y parte del extranjero. Hasta estrenaron un tema inédito, y más pronto de lo que nos hubiese gustado se despidieron, con una fantástica versión del mítico «Ayatollah«, dando paso al otro Miguel sobre el escenario.

También en formato de cuarteto se presentaba Costas, para repasar un repertorio plagado de canciones que forman parte de nuestra memoria musical. Canciones de toda la vida, literalmente, pues para algunos son las de su juventud, o las de su infancia, pero para mucha gente llevan ahí desde antes de nacer, o sea que las han oído desde mucho antes de ser conscientes de ello. Es decir, son canciones que todos llevamos en el inconsciente, y además asociadas a momentos de diversión y felicidad. Y es que a un concierto de Costas se viene a divertirse, coño. Y a cantar esas canciones que nos aprendimos sin darnos cuenta hace ya tantos años que ni nos acordamos cuándo ni dónde fue.

Es realmente difícil escoger una, ni dos, ni tres favoritas sólo entre tantas y tantas. Y siempre vas a echar alguna canción de menos, pero no te va a sobrar ninguna. Los conciertos tendrían que durar al menos el doble para intentar responder a todas las peticiones y dejar contento a todo el mundo. Porque a un público tan fiel no se le puede defraudar, y hay que tenerle contento – cosa que tampoco es difícil, porque además de fiel es un público muy agradecido.

Hubo momentos emotivos, como el recuerdo para Germán Coppini antes de tocar «Ponte en mi lugar«, y también imprevistos tecnológicos, al fallar de repente el ampli de Miguel – justo mientras tocaban «De hoy no pasa«, mira tú qué casualidad… Aunque poco le importó al músico vigués, curtido desde los primeros años ochenta en un millón de imponderables de mucha más envergadura y alcance que unos problemillas con un amplificador. Hasta aprovechó el pequeño parón para invitar a los presentes a que aprovechasen también para acercarse al puesto de merchan, a la barra, o ir al baño, según gustos y necesidades. Genio y figura, y que así sea por muchos más años.

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