THE DICTATORS

Después de mucho tiempo sin estar activos, The Dictators han grabado nuevos temas y han vuelto a salir a la carretera. Las desavenencias entre los miembros históricos de la banda hicieron que durante bastante tiempo Andy Shernoff se negase a tocar, y como compositor de la mayoría de las canciones y dueño de la «marca», tampoco aceptase que se usase el nombre de Dictators en su ausencia, de forma que en las últimas giras que hicieron Handsome Dick Manitoba, Ross the Boss y JP Thunderbolt con otros músicos acompañándoles tuvieran que anunciarse como Dictators NYC.

Ahora, Andy y Ross vuelven a lucir el nombre de Dictators sin Manitoba ni JP, acompañados por Albert Bouchard, batería de Blue Oyster Cult, y por Keith Roth a la voz y la guitarra rítmica. Y la verdad es que, pese a que la ausencia de un frontman tan singular y carismático como Manitoba se nota mucho, realmente es algo que sólo hace que se resienta el espectáculo extramusical pero en absoluto afecta al sonido de la banda, que básicamente reside en esas canciones convertidas ya en himnos, y en la presencia de un guitarrista tan colosal como Ross, claro. Por algo es el único que nunca ha faltado en ninguna de las formaciones, y el que nunca podría faltar.

Así las cosas, sin alguien que capitalice ese protagonismo escénico, les vemos funcionar como un equipo donde nadie acapara los focos, y que se centra más en tocar que en arengar al público, algo que hace que haya menos parones y el concierto siga su ritmo natural, el que marcan las canciones. Todos cumplieron a la perfección su papel y su parte, y si alguien todavía tenía dudas, el arranque con «New York, New York» y «Avenue A» hizo a los escépticos olvidar cualquier prejuicio y lanzarse sin reservas a disfrutar del concierto.

Con un sala Copernico llena y la gente botando y bailando mientras coreaban cada canción, The Dictators volvieron a demostrar que han construido un legado musical imprescindible y han creado un sonido único y reconocible, que al final trasciende a sus propios creadores, y que esperamos que siga teniendo continuidad en el estudio y en los escenarios.
Aunque no sea fácil que las desavenencias se arreglen, quien sabe si algún día acabarán enterrando el hacha de guerra y nos volverán a dar la alegría de volver a juntarse los miembros clásicos que tanto tiempo estuvieron haciéndonos disfrutar. Y si no, que al menos haya alguno que siga manteniendo encendida la llama dignamente.