LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO Y LA GILIPOLLEZ DE LLAMARSE ERIC
Divertido e interesante documental sobre uno de los mejores baterías de España
Estuvimos el viernes 27 de octubre en Madrid en un pase especial de la película-documental “La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric” sobre el percusionista Eric Jiménez.
Este título ya refleja bastante bien el espíritu de Eric y su forma de ser, y todo lo que sigue en la película no defrauda. Eric Jiménez es un músico de sobra popular y sin duda, el más conocido baterista de España, y eso ya es un mérito grande porque los a los baterías no les conoce casi nadie. Ha transmitido un sonido definido y reconocible, por lo contundente y bien marcado de sus ritmos, en las bandas donde ha estado, primero KGB, después en Lagartija Nick y, más tarde, en Los Planetas, además de otros muchos proyectos. Es un personaje singular, así que no me extraña que a alguien se le ocurriera hacer una película sobre él.
Y esta película es el fruto de una colaboración entre el músico y el director César Martínez Herrada. Pero no es una película sobre música, estrictamente hablando, es sobre un músico. De Granada. Y, además, es el recorrido por unos cuantos años de la historia de nuestro país a nivel musical y social. También funciona a nivel personal, de su actitud ante la vida, de cómo se relaciona con otros músicos, con sus amistades y con su familia. Los testimonios de Eric son estupendos, no se corta con nada y dice lo que le da la gana. Tiene unas cuantas frases que son memorables, de esas que habría que apuntar. Sólo voy a mencionar una que me hizo gracia: “estaba harto de cerrar bares, así que decidí abrir uno”. Hay muchas más.
La película la están moviendo por algunos festivales, la fecha oficial de estreno es la segunda semana de noviembre y nos acaban de confirmar que ya es candidata a los Goya 2023 en la categoría de documental, aunque todavía no está nominada.
A la salida del cine nos encontramos con Eric, que anda de promoción con la cinta, y le pudimos saludar casi como si fuésemos viejos conocidos. Aprovechamos un ratín, que no estaba previsto, para charlar con él y aquí os dejamos un poco más de sus impresiones.
Nos comentó que la película le ha parecido “acojonante” porque tiene más ritmo que él en la batería, un ritmo trepidante, sentido del humor negro, «canalleo» y un toque emotivo, pero sin llegar a ser pasteloso y porque a nivel sociológico musicalmente representa varias décadas y se sale del prototipo del documental del típico artista “como molo”, que guay soy, mira que plato, cómo toco, que guapo soy y mira en que hotel estoy en Méjico. La parte de Méjico ya habéis visto que es pidiendo limosna (aparece al principio del documental) con un organillo.
Y sobre el grado de implicación en la película nos comentó que César, al principio le conoce a él y lo único que sabe es lo que ha leído en sus dos libros (Eric tiene escritos dos libros autobiográficos, Cuatro millones de golpes y Viaje al centro de mi cerebro), y le llegó con un guion que tras leerlo le hizo llamarle para conocerse. Cuando llegó a su casa le compró una botella de ron y acabó invitándole al Cristo del Silencio, de la Semana Santa granadina, y empezaron a hablar. Decidieron empezar de cero todo, ya que había escritos planos con gente con la que no tenía ya casi contacto, y después de hablar mucho empezó Cesar a hacer un guion. Y se propusieron hacer un montaje rápido donde Eric improvisó mucho.