ROD STEWART

Volvía Rod Stewart a Madrid, y lo hacía de nuevo en un gran recinto como el WiZink, prácticamente lleno pese a los precios de las entradas. Sin artistas invitados ni teloneros, poco después de las nueve y media empezaron a salir al escenario los músicos al ritmo de Depeche Mode (¡!) hasta que unas gaitas marcaban la entrada de Sir Roderick en escena, que rodeado por las seis chicas de su banda comenzó el show con el Addicted to Love de Robert Palmer, un buen arranque que dio paso a temas aún más antiguos, de la época de sus primeros discos en solitario y con los Faces, para ir repasando éxitos de todas sus épocas y etapas.

Rod mantiene el tipo estupendamente, jovial, vacilón y gamberro como siempre, y de voz tampoco anda mal, conservando ese timbre distintivo tanto en los agudos como en los tonos más graves. Además estaba muy bien arropado vocalmente por la cohorte de estupendas coristas, que además de hacer de cuerpo de baile se hicieron cargo de violines, banjo, arpa y no sé cuántos instrumentos más (incluido un gran bombo que anunciaba el whisky Wolfie que el propio Rod anunciaba desde las pantallas cuando entramos al recinto, y que es su propio whisky que acaba lanzar al mercado).

Otros siete fabulosos músicos completaban la multitudinaria formación que pone en pie este fantástico espectáculo, reforzado por las pantallas, el llamativo vestuario y la alternancia constante del protagonismo. El jefe sabe manejar el tinglado con la misma facilidad que todavía menea el culo o chuta balones al público, al que también hace partícipe invitándole a cantar, o hasta haciéndole volver a sus asientos si se le antoja. Y todo el mundo le sigue, le hace caso y le aplaude. Carisma, lo llaman.

No faltaron los recuerdos a compañeros que se ha ido quedando por el camino, como Jeff Beck, Tina Turner o Christine McVie, incluso a la guerra en Ucrania (vestido con traje azul y camisa amarilla, y respaldado por testimonios de la guerra en pantalla, que acabaron con una imagen fija de Zelenski que provocó división de opiniones en la audiencia y que tal vez no fue la mejor manera de acabar la proyección).

Un respiro para Rod mientras las chicas toman el frente del escenario y asumen todo el protagonismo durante una canción (cosa que se repetiría casi al final, permitiendo un último cambio de vestuario). Nueve sillas en fila marcaban un segmento acústico, en el que hubo hueco para recordar a su viejo colega Jeff Beck pero también para proclamar su amor incondicional y eterno por su adorado Celtic de Glasgow.

El tramo final se acercaba, ya que Rod anunciaba al comienzo del concierto que esa noche iba a ser nuestro, pero por dos horas, y el plazo estaba cumpliéndose. Y si esto es un espectáculo al más puro estilo Las Vegas, hay que acabar en todo lo alto, con el subidón y el éxtasis bailongo de Da Ya Think I’m Sexy, para luego despedirse todos al sosegado y coreable ritmo de Sailing (con gorra de marinero incluida, claro).

Echamos de menos muchas canciones, tanto suyas como ajenas, pero es imposible en dos horas meter todos los temas memorables que este señor nos ha regalado en estas seis décadas sobre el escenario, así que habrá que perdonarle que nos dejara sin Stay with Me, sin Hot Legs, y sin otras tantas, aunque visto cómo se mantiene el viejo Rod esperamos que tengamos ocasión de volvérselas a escuchar en próximas visitas.

Setlist: (Intro grabada: Just can’t get enough / Scotland The Brave) Addicted to love / You wear it well / Oh La La / Some Guys Have All the Luck / Having a Party / It takes Two (to Tina) / Tonight I’m yours / Forever young / I don’t wanna talk about it / The First Cut is the Deepest / Maggie May / Baby Jane / I’d rather go blind (to Christine McVie) / Young Turks / Downtown Train / Rythm of my Heart (to Ukraine) / I’m so excited (sin Rod) / People Get Ready (to Jeff Beck) / You’re in my Heart / Tonight’s the Night / Have I told you lately that I Love You / Lady Marmalade (sin Rod) / Da Ya Think I am Sexy (Shake your Money Maker) / Sailing