GUNS N’ ROSES + THE PRETENDERS
Aún quedan pistolas y rosas para rato
Estadio Civitas Metropolitano (Madrid)
09/06/2023
¿Puede una gran noche de rock empañarse por la calidad del sonido a pesar de que los grupos participantes estuviesen por encima de los esperado? La respuesta es sí.
Aunque tanto Pretenders como Guns N’ Roses dieron todo lo que tienen y demostraron que a pesar de los años todavía tienen garra, ganas y son unos grandes profesionales, el sonido volvió a ser lo peor del evento y eso no es bueno cuando uno va a escuchar música.
Bueno, no todos, porque hay una gran cantidad de gente que acude de charla, a no parar de hacerse selfies, a gritar al puro estilo fan de los sesenta cuando tocan una de las dos canciones que conoce y a posturear y petardear. En fin, parece que esto es norma en el siglo XXI.
Abrieron puntualmente The Pretenders, con la Habanera de Carmen como intro y comenzaron a descargar sus temas más conocidos al más puro estilo de un grupo de rock garajero. Muy juntos en el escenario, sin apenas moverse, el sonido era abrumador, quizás demasiado, las columnas de altavoces orientadas hacia los laterales te hacían recordar que tenías órganos internos, ya que vibraban a cada golpe de platillo. La voz de Chrissie Hynde potente, no ha perdido contundencia y sigue llegando a los tonos altos sin problemas. El guitarrista James Walbourne se desata a la primera de cambio, arranca sus solos con fuerza y consigue hacerse notar por encima de la escandalera que se forma, porque si alguien piensa que The Pretenders es un grupo pop que no se engañe porque ayer sonaron de lo más roquero.
Chrissie dejó solamente la guitarra para emplearse en la voz y hacer dos de las mejores baladas que tienen como son Hymn to her y I’ll stand by you. Tampoco faltaron Don’t get Me wrong, Back on the Chain Gang, Kid, y como no Middle on the Road, con su solo final de armónica interpretado por la mismísima Chrissie.
Una hora exacta con una buenísima selección de temas, tocados con un estilo muy roquero y que animaron bastante al personal que iba entrando con cuenta gotas. Unos teloneros de lujo, que podrán disfrutar en breve los que vayan al Azkena con un concierto más largo.
Me temía lo peor y las expectativas se cumplieron. A los problemas de sonido ahora se añadían los de visionado, ya que desde la mitad del estadio hacia el escenario era prácticamente imposible ver las pantallas de video, las laterales ocultadas parcialmente por las columnas de sonido y la central tampoco se veía al completo, lo que provocaba que la gente de las gradas intentara irse hacia los sitios vacíos del fondo del estadio para poder ver algo, y de paso alejarse de las martilleantes columnas de sonido.
Los que si estuvieron por encima de las expectativas y dieron un espectáculo increíble fueron Guns N` Roses, durante tres horas y cuarto, se dejaron todo en el escenario. Se confirma una vez más que Slash es un animal a la guitarra, capaz de tocar durante tres horas y emplearse al máximo en cada tema. Axl empezó con un tono mucho más grave de lo habitual, pero claro, cuidaba la voz para lo que se venía encima y poco a poco fue haciendo alarde de esos tonos agudos y esas subidas tan particulares que aún hace de maravilla.
El resto del grupo en su rol de acompañantes de lujo, destacando como anécdota un tema cantado por Duff McKagan y un solo de guitarra que sorprendió a todos a cargo de Richard Fortus que es otro gran guitarrista. Los dos teclistas se vieron tristemente ensombrecidos por el ruido que generaban las distorsiones que en algunos temas ocultaban incluso los solos de Slash.
Del enorme repertorio, parecido al que están realizando en esta gira, comentar que fueron treinta y tres temas, con la novedad de Shadow of your love y Locomotive y donde no faltaron ninguna de las clásicas, tanto en versiones como en originales, muchas de su etapa “punk” y donde no faltó un solo de Slash que enganchó con Sweet Child of Mine y que para mí fue de lo mejor del concierto. November rain tocada con piano por Axl daba paso a la traca final con Knockin’, Nightrain y un bis algo nuevo ya que a Patience y Paradise City se unió Yesterdays.
Un despliegue impresionante de fuerza mental, física y derroche musical. Dejaron a la gente muy contenta, a pesar de escuchar todo muy alto, donde era complicado a veces distinguir los instrumentos, con momentos de auténtica locura en lo que a batiburrillo respecta. Madrid necesita urgentemente un recinto grande que cumpla un mínimo de calidad en cuanto a sonido y accesos.
Porque lo de intentar volverse a la una de la mañana de un lugar donde da la vuelta el viento, sin transporte público disponible también es para hacérselo mirar un poco. Quizás alguien debería plantearse (organización o ayuntamiento) lo de alargar un poco el servicio público o poner unos horarios que faciliten la vuelta a casa.
Lo que no empañaron los elementos lo terminó empañando la tecnología. Una lástima, esperemos que el resto de seguidores tengan más suerte.