ZUCCHERO + THE BLACK HERITAGE CHOIR
Real Jardín Botánico de Alfonso XIII, Madrid 14 Julio 2022
Texto y fotos: Raúl Blanco
Qué pena da que se acerca el final de una nueva edición de Las Noches del Botánico, unos cantarán el “Pobre de mí” en Navarra y algunos lo haremos en la capital cuando se apaguen las luces de un festival y un enclave de ensueño como es el que se celebra en el Real Jardín Botánico de la Universidad Complutense. Y es que siempre vas a encontrar algo de tu gusto programado en su agenda, incluso, seguro que tendrás una sorpresa en forma de golosina de tal forma que hagas lo que hagas, vas a ir a algún concierto…y lo sabes.
Esta vez, la magia llegaba de Italia, de la mano de un Zucchero que una vez más dio un auténtico espectáculo sobre las tablas. Pero antes teníamos una sorpresa en formato coro de Góspel, dirigido por Jerry Smith tuvieron sus momentos de mayor acogida cuando interpretaron temas “más movidos” o cuando alguno de sus integrantes tomaban la voz principal para demostrar sus cualidades, y calidades, vocales. La mezcla con el artista principal de la noche resulto cuanto menos curiosa, y, de no haber sido por la duración de la actuación, la nota hubiera sido significativamente mejor. Nada en contra de la interpretación, nada en contra de la calidad, nada en contra del “espiritualismo”, pero algo más de una hora se hizo un tanto pesado.
Nos dio tiempo a cenar entre uno y otro artista, otro de los puntos a favor de este festival que si ya pusiera la bebida un poco mas barata seria para quedarse a vivir allí. Y de la iglesia a la bella Reggio Emilia para ver aparecer a un descuidado, en aspecto, Zucchero Fornaciari, ante la algarabía de una audiencia que esperaba ansiosa al artista. Incluso se podían escuchar, al menos por mi zona, gritos de “Ti amo, Zucchero”. Todos tenemos nuestro público ¿no creéis?
Dos baterías, dos guitarras, corista – por cierto tremenda, que nos puso a todos de pie cuando decidió pelearle el protagonismo al italiano. Con esos mimbres nada podía salir mal y era imposible que sonara mal, y así fue, sonido impecable, y un concierto perfecto a nivel interpretativo, en una categoría en la que también incluimos la voz de Zucchero, incluso cuando tenía que forzarla para alcanzar esa tonalidad más rockera con sus cuerdas vocales, emitiendo notas completamente rasgadas. No puedo adorar más esa técnica vocal, que además es muy agresiva para el intérprete.
Al igual que sucedió con sus predecesores, aunque no tuvieran nada en común, la gente actualmente está clarísimo que busca fiesta, pasárselo bien, disfrutar, y los temas lentos en esta época cuestan, por muy buenos que sean. Crean una cierta atmosfera de nostalgia de la que estamos algo saturados y deseando aislar, al menos actualmente, por lo que el primer momento álgido, más allá de la salida al escenario y la demostración de potencia de la corista anteriormente mencionada, y de quien pido perdón por no saber su nombre, llegó con “Vedo Nero”, cuando el público abandono sus “cómodos” asientos de plástico para bailar un poco, unas sillas que bajo ningún concepto recuperaron posteriormente cuando comenzó a sonar “Bailar”, por supuesto.
Casi dos horas estuvo sobre el escenario un Zucchero por el que parece que no pasa la edad, no se cómo, qué tipo de pactos han hecho estos artistas clásicos para seguir manteniéndose en esta forma, el caso es que yo creo que, si tengo que decidir, finalmente me iré a la zona de los que firmaron ese contrato para seguir en un concierto eterno. Italia acudió a la Complutense de Madrid y la sensación que dejó fue de “Vini, Vidi, Vinci”.