ROSKILDE FESTIVAL 2022
El 50 tiene premio
29 Junio – 2 Julio – Roskilde (Dinamarca)
Texto: Antonio Maraver
El grandísimo festival de Roskilde celebraba este año el 50 aniversario y representaba sin duda el mejor lugar para volver a los festivales tras una pandemia que cual rayo que no cesa nos inundó a todos de tristeza y oscuridad. Más aún, acercándome a la quincuagésima cifra, ver el número 50 junto a la palabra Roskilde, sin duda me ayudó a terminar de decidirme para volver a donde por responsabilidades familiares me ausenté desde 2015.
La comitiva española este año estaba lejos de estar al completo, pero al mismo tiempo contaba con un elenco que haría temblar a los mismísimos Jackass. Tras pasar la noche del martes vagabundeando por nuestra tan querida Copenhague, el miércoles nuestros héroes fueron al recinto a recuperar las pulseras y plantar las tiendas en el camping de prensa.
Dicen que uno no debe volver allá donde fue feliz, y aunque sin duda tenía temor a enfrentarme a esa sensación, lo cierto es que esos temores se disiparon en cuanto atravesamos la puerta del festival propiamente dicho, ya que los recuerdos en verdad solo alimentan las ganas de vivir nuevas experiencias en un entorno que es propicio a la felicidad en estado puro.
En lo estrictamente musical, el miércoles arrancó para el que escribe con “Fontaines DC” en el renovado escenario Avalon. El concierto resultó ser un acierto sin duda, estos chicos han podido perder energía desde sus comienzos, pero lo suplen con una técnica depurada donde aún se respira su gran postpunk. Llegamos un poco tarde con “Sha, Sha, Sha” y desde ahí varios temas donde habría que destacar “Chequeless recckless” donde nos marcamos los primeros saltos y empujones, o cerca del final la gran “Boys in the better land”.
Desde ahí mi memoria me impide recordar nada antes del concierto en el escenario Arena con “Robert Plant & Alison Krauss” que era sin duda uno de los alicientes del día. Para mi desgracia lo que vi me pareció más un show para una residencia de la tercera edad que otra cosa. Seguro que, en otras circunstancias, el efecto intimista que destilaban me hubiera conectado mejor, pero lo cierto es que para mí fue un auténtico horror y no pude ni verlo acabar.
Tras el necesitado avituallamiento, fuimos al que sin duda fue uno de los mejores conciertos del festival, los “Turnstile” de vuelta al Avalon. Teníamos muchísimas ganas de ver en directo a los que han sido una de las sensaciones de los últimos tiempos en la escena musical, y es que estos chicos han conseguido conectar no solo con los que adoramos la música rápida sino con el público en general. Arrancaron con “MISTERY” y su genial musiquilla de comienzo y de ahí se tocaron cerca de una veintena de temas donde casi al final “HOLIDAY” hizo que estalláramos, tras pogos y más pogos, en abrazos con todo ser humano que se encontraba a nuestro alrededor. Posiblemente haberles proporcionado caladas de habanos de grandísima calidad ayudó a que nos quisieran como hermanos nórdicos. Conciertazo en todos los sentidos y solo por él, mereció la pena todo el miércoles y quizá el festival, aunque nos quedarían aún grandísimos momentos por vivir.
La noche estuvo llena de momentos inolvidables que por decoro a mis compañeros prefiero no revelar por aquí.
El jueves amaneció soleado a pesar de los miedos hacia las lluvias que siempre pueden suceder en Roskilde a principios de Julio. Este día no pasará a la historia en mi memoria musical, pero por una vez me dejé arrastrar por el mundo mainstream como os contaré enseguida. Es un día donde quiero dejar constancia de 2 conciertos que sucedieron en el escenario Orange. Cuando lo miras, no puedes dejar de pensar en los “Stones”, ya que el Orange original fue usado por sus satánicas majestades en su gira del año 76. Posteriormente fue vendido al festival de Roskilde que lo usó por primera vez en su edición de 1978, y aunque ya no es el original, sigue siendo un lugar increíble.
Volver a ver tan magno lugar tras 7 años produce una sensación difícil de explicar, hay que vivirlo y he tenido la suerte de poder verlo otra vez, quien sabe si volverá a suceder y ahí radica su valor. En cualquier caso, a media tarde vimos a “Megan Thee Stallion”. No es mi estilo musical en absoluto pero lo cierto es que nos hicieron bailar de lo lindo y ver a este ser humano, con un físico tan lejano de los cánones que intenta imponer el mundo de la moda, y a la vez, verla tan empoderada fue sin duda un soplo de frescura y solo puedo expresar mi admiración absoluta por tan interesante mujer. Volveré a verla cuando pueda, el show es tremendo y se acompaña de muchísima gente que destila disfrute en todo lo que hacen.
El otro concierto que quiero resaltar del día, está más alejado aún de mis preferencias musicales. Pero una de las grandes virtudes de un festival tan ecléctico como es Roskilde es sin duda tener acceso a bolos que nunca irías, bueno al menos yo no. Estoy hablando de una de las mega estrellas del momento, “Dua Lipa”. Esta chica seguramente no ha inventado nada, pero lo cierto es que es capaz de hacerte sentir que está actuando para ti, es sin duda un monumento femenino y la definición de diosa sin duda se queda corta. Disfruté todo el concierto como un enano y me llevó a deleitarme con todos y cada uno de sus bailes. Además, tiré muchísimas fotos y grabé vídeos sin parar, porque de que sirve ver a Dua Lipa si no puedes dar envidia a tus amigos no presentes enviándoles documentos gráficos en tiempo real. Fue sin duda el concierto más multitudinario de los que asistí en esta edición y como no podía ser de otra manera, fue en el Orange. Deciros que llegar antes del comienzo a la bandera que nos une en el océano de cabezas que es Roskilde, fue quizá quizá una tarea solo al alcance de los mejores y, o más insistentes.
Esa noche pasamos a la zona de los campings donde descubrimos, muy a nuestro pesar pues ya era el segundo día, que las cervezas tienen un precio muy por debajo de la zona festivalera y obviamente nos quedamos anclados un buen rato hablando con innumerables colegas noctámbulos cuyo único deseo era conocer gente afín, un gran lugar sin duda.
El viernes se levantó con aspecto lluvioso y esta vez nos preparamos para lo peor, aunque al final fue más susto que muerte. El camino hacia el recinto desde el camping de prensa donde nos alojamos comenzaba esta vez con un dolor aumentado, pues cada día es un poco más difícil y solo la música al llegar restablece el tono que va decreciendo con los días.
El día estuvo salpicado tanto de lluvia como de diferentes grandes momentos, aunque sin duda el mejor fue durante un interludio de varias horas donde estuvimos de nuevo por la zona del camping, aprovechando que un miembro integrante del grupo español decidió de motu propio vivir todo el festival en el camping general, y no puedo por más que quitarme el sombrero ante tamaña gesta. Además, eso nos permitió jugar con información de primera mano para perdernos en ese mundo paralelo que es el camping general de Roskilde, con escenarios, mesas de DJs, tiendas, barras, etc… es como una suerte de segundo festival al que un subgrupo de nuestros héroes se entregó. Fue sin duda uno de los momentos más interesantes del festival.
Tras este interludio festivalero pudimos disfrutar del gran “Jerry Cantrell” en el Avalon, y aunque lleva ya varios trabajos en solitario no os voy a engañar, donde pudimos disfrutar de verdad fue en plan revival con algunos de los mejores temas de su mítica primera banda, los enormes “Alice in Chains”. Entre algunas de ellas: “Check my Brain” o “Man in a Box”.
Pero lo mejor del día estaba por venir, a las 2:00 de la mañana los “Chvrches” tocaban en el Arena y allí estuvimos clavados un buen rato antes preparados para el fiestón que son siempre este grupo liderado por una Lauren Mayberry que nunca deja frio a nadie. Esta vez se presentó con sus clásicas lágrimas de purpurina, pero lo que no esperábamos fue cuando apareció en mitad del concierto con pintura roja por los brazos cual Carrie en su fiesta de graduación. Una imagen muy impactante y tremendamente atractiva, que destacaba más aún con sus giros eternos sobre sí misma. Nuestros bailes también se sucedieron uno tras otro, hasta la explosión final en “Clearest blue” con ese momento épico tras: Will you meet me more than halfway up!!!! Ahí todos los presentes saltamos extasiados como si no hubiera mañana, increíble momento que se quedará en la retina del que escribe para siempre. Y no fui el único, al día siguiente nos pillamos unos a otros escuchando este temazo con los cascos en modo autista, claramente la buena de Lauren nos había picado con su veneno adictivo.
El sábado era el último día del festival y siempre es complicado, primero sabes que se acaba y segundo el dolor físico ha ido progresando y ya no se lleva con la misma ligereza. Se tarda muchísimo en retomar el vuelo, y en mi caso no llegó hasta el primer concierto digno de mención, allá por las 17:00 que nos colamos en la parte delantera del Orange. Esto, con cabezas de cartel es tarea imposible, a no ser que quieras estar horas y horas haciendo cola que obviamente no hemos hecho jamás. La artista en cuestión era “Saint Vincent” a la cual no había tenido el gusto de ver nunca en directo. Y por ponerlo simple me encantó. Tiene arte para exportar y toca la guitarra con un estilo que ya les gustaría a muchos machotes de grupos hard core. Añade una presencia en el escenario brutal y un conjunto de bailarines con muy buen rollo y te queda un show muy muy bueno. Desde el bailoteo con “Digital Witness” a la enorme “los Ageless” fuimos entrando en su rollo sin grandes dificultades para despedirnos, no sin tristeza con “The Melting of the Sun”. Simplemente enorme.
Se me había olvidado comentar que casi todos los integrantes de nuestros héroes hispanos se pusieron de uniforme con una camisa comprada en otra edición roskildiana que yo no pude venir por las razones antes expuestas. He de decir que aún con la pena de no formar parte del grupo, la verdad es que como la camisa me gusta entre poquísimo y nada en absoluto tampoco sufrí tanto la verdad.
El otro concierto al que quiero hacer mención en este último día fue el de los “IDLES” que como no podía ser de otra forma fue en el Avalon, el mejor escenario sin duda en esta edición. Decir que nunca había visto tampoco a esta pedazo de banda, y sinceramente no sé qué había hecho antes con mi vida pues son una suerte de martillo mecánico brutal. Para uno que se ha criado en el punk más purista ver a estos aberrados en directo fue un regalo único que atesoraré para siempre. Al poco de empezar, un integrante del mundo camisa bizarra me animó a entrar hacia delante y como IDLES es de esos grupos donde no se para de empujar acabamos separados y conmigo en primera fila empujando a la muchachada. Con el guitarrista Mark Bowen llevando un vestido de la casa de la pradera y entregado a su público, acabó haciendo body surfing y pasó a un metro de mi viviendo un momento único. En lo puramente musical, aunque es difícil resaltar algo, quizá destacar “Never Fight a Man With a Perm”, “Crawl!” y la increíble “Danny Nedelko” que llevaron al éxtasis a todos los presentes incluyendo por supuesto al que escribe. Entre los top 3 de los conciertos de este festival que, si no es el mejor del mundo, se queda muy muy cerca.
Solo nos queda esperar otro año a que comience otra vez el Orange feeling y podamos añadir más momentos inolvidables que atesoramos como perlas raras para esos días en que nada sale bien, pues con esos recuerdos todo da igual. Porque en estas tierras nórdicas, durante unos días nos convertimos simplemente en dioses.