TORI SPARKS
Pasión gitana, sangre…de Nashville
La Fídula (Madrid) 10/03/2020
Redacción y fotografías: Chema Pérez
Nadie imaginaba que este iba a ser el último concierto en directo en mucho tiempo para todos, aunque Tori tenía el jueves otro evento que combinaba música con viajes, donde ella será la anfitriona y guía, que al final se suspendió.
Con el barrio de Huertas desierto, ya desde las ocho de la tarde, se comenzaba a correr la alerta de la seriedad y peligrosidad del coronavirus y mucha gente empezaba a tomar las medidas de precaución necesarias, separación entre personas y sin contacto físico.
A pesar de ello, y dado que no éramos muchos los presentes por ese motivo, pudimos disfrutar de un maravilloso concierto, sin peligro de contagios, tranquilamente sentados y siendo espectadores de lujo de algo que dudo podamos volver a repetir.
Tori presentaba un formato diferente a lo habitual, sin estar arropada por Calamento y sus guitarristas fetiche, sola con su guitarra, ante un público respetuoso, en un concierto acústico en donde hizo repaso a temas de todos sus discos, nada menos que seis. Algo así como si se pusiera a leer su diario en voz alta.
Ya conocíamos a Tori de dos entrevistas y un concierto previamente, pero esta ocasión sirvió para descubrir una nueva faceta que se nos había pasado por alto, y es la de guitarrista. Demostró que es una gran guitarrista rítmica, y sin hacer florituras, sacaba un sonido muy limpio y controlaba muy bien la progresión de los temas, a pesar de haber tenido la mala idea de cambiar cuerdas el día anterior, como explicó mientras afinaba las mismas entre tema y tema. Tan mala no fue porque el sonido fue impecable.
Si algo tienen Tori es simpatía antes de cada tema, donde introduce con mucha gracia los temas, charla de sus experiencias e interactúa con el público, para después, ser capaz de cambiar el interruptor y ponerse en modo canción. A partir de ahí se transforma, se concentra y comienza sus temas en inglés o español. Suelen empezar tranquilos y suaves, pero poco a poco y sin que te hayas dado cuenta, ha subido el volumen de la voz, la intensidad y el ritmo, e incluso con su cuerpo comienza una especie de trance que seduce poco a poco al espectador.
Tocó temas de estilo Folk, Country, Blues o Gospell y alguna versión de Bowie (The man who sold the World) o Cohen (Aleluya), fruto de su amor y admiración por esos músicos. Y además, temas de su etapa española como Wait no more, Cold war, La llorona, Mama o La huerta. Canciones en las que pone toda la pasión y mezcla sus raíces de música norteamericana con las que creció musicalmente en Nashville, con las raíces adoptadas en España de influencia flamenca.
No nos confundamos, un tema blues tocado por Tori no es un blues clásico, por poner un ejemplo, ella tiene su estilo y adopta los acordes e influencia de cada uno de ellos, pero los lleva a sus sentimientos, sus vivencias y su forma de entender la música.
En definitiva, una gran demostración de seguridad en si misma, en su proyecto, su música, que no todos los artistas pueden hacer y donde demostró que tiene una gran voz, toca muy bien la guitarra y tiene temas preparados de sobra para entretener de forma que te olvides de la hora, tal es así que no puedo ni deciros lo que duró el concierto. Corto se me hizo y corto no fue.
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