SEX MUSEUM + LEMUR
Empezando el año entre tradiciones y descubrimientos
Texto y fotos: Javi G. Espinosa
3 Enero 2020, El Sol (Madrid)
Como ya viene siendo costumbre, en los primeros días de enero hay cita obligada en Madrid con Sex Museum, en lo que ya va camino de convertirse en una tradición tan imprescindible como el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena o los saltos de esquí desde Garmisch-Partenkirchen. En esta ocasión el concierto se enmarcaba en el ciclo Alternativas en concierto, con la veterana banda de Malasaña acompañada en el cartel por un jovencísimo trío de chavales, de nombre Lemur.
Una alternativa que en este caso tenía también un componente de relevo generacional, ya que los bajistas de ambas formaciones son, respectivamente, padre e hijo. Y es de justicia decir que los chicos demostraron seriedad y profesionalidad como músicos, pero también una desenvoltura y unas tablas poco comunes en tres jóvenes imberbes. Se nota en sus temas el gusto por la fusión metalera de los 90, y no solo foránea sino también nacional, algo no tan frecuente y que dice bastante de ellos. No en vano, para el bis que se sacaron de la manga engancharon a Sugarless con Rage Against the Machine, ligándolos con un tema suyo instrumental como nexo entre medias, en toda una demostración de atrevimiento y descaro que les salió redonda. Habrá que seguir la pista a estos chicos.
Y después de la grata sorpresa que supuso descubrir una banda tan joven y con tan buenos argumentos llegaba el plato principal de la noche. Sex Museum volvían a casa, en una nueva vuelta de su gira para presentar su último trabajo, «Musseexum«, con el que llevan más de un año en la carretera – y lo que les queda, porque el disco sigue formando el grueso del repertorio que vienen tocando, y sigue sonando casi entero cada noche, perfectamente integrado entre un puñado de sus clásicos y unas cuantas versiones, algunas ya clásicas y otras más recientes, como su revisión de «Bailaré sobre tu tumba» que grabaron hace poco para El Sótano de Radio3, y que sonaba por primera vez en vivo para su afición madrileña, que se la cantó entera y a grito pelado junto con ellos.
Haciendo de la necesidad virtud, ante las limitaciones de decibelios cada vez más estrictas de las salas, estos músicos más que veteranos adaptan las sonoridades de sus temas, creando huecos instrumentales y espacios que den más aire a los temas más contundentes, aligerandólos lo justo para que no pierdan su potencia ni su intensidad, buscando variaciones desde la creatividad, dando nuevos enfoques a algunas estructuras sonoras, reinventando un repertorio que siempre han ido actualizando y poniendo al día.
Se hizo corto pese a los generosos bises y al estiramiento del final con largas improvisaciones, pero dejaron una estupenda sensación en toda la concurrencia, que abarrotó una vez más la sala El Sol, colgando de nuevo el cartel de «No hay entradas» y arrancando por todo lo alto un año más la programación musical de una de las salas más emblemáticas de la capital. Que no se pierdan las buenas costumbres, y que las podamos seguir manteniendo muchos años más.