TSUNAMI XIXON 2019
Marejada sonora en clave de rock
Texto y fotos: Javi G. Espinosa
2/3 Agosto 2019, La Laboral (Gijón)
El Tsunami Xixon se va consolidando entre los festivales de tamaño medio de nuestra geografía como una cita obligada para los amantes del rock enérgico y vitaminado, agotando el aforo una vez más en esta tercera edición que, con sus luces y sus sombras, nos ha dejado algunos conciertos memorables con momentos realmente inolvidables. En total, veintiocho conciertos en menos de cuarenta horas, y algunos de ellos tan frenéticos e intensos que casi podrían calificarse de alto riesgo sonoro (y en ciertos momentos y lugares, incluso de cierto riesgo físico).
VIERNES 2
Pero empecemos por el principio: el festival arrancaba el viernes a mediodía en el Skatepark de Cimadevilla, uno de los cuatro escenarios programados para esta cita. A eso de la una y media ya resonaban por las calles aledañas al puerto los primeros trallazos de AMPLIFY, que tuvieron el honor de abrir esta edición, tocando algo más de media hora con la intensidad y la ilusión propias de una joven banda en un evento de esta magnitud. Tras ellos, ADRENALIZED mantuvieron la potencia y el ritmo contundente durante otro rato, demostrando ser capaces de no acusar la falta de un cuarto miembro, que se tuvo que perder la cita. Con el horario tan ajustado entre el final de estos dos conciertos y el comienzo de las actuaciones en los escenarios de La Laboral hay el tiempo justo para reponer fuerzas bajando a coger el autobús, y es una suerte que estemos en Gijón en plena temporada del bonito, anunciado en casi todos los bares y restaurantes. ¿Cómo resistirse a una cazuela de marmitako con la jornada que nos espera? Pues dicho y hecho, a pie de barra damos buena cuenta del espectacular plato acompañado de una cerveza local y, ahora sí, marchamos para La Laboral dispuestos a lo que nos echen.
Y lo primero que nos encontramos al llegar al imponente recinto es que ya hay bastante gente (para ser tan temprano) esperando a SATANIC SURFERS, confirmados a última hora como sustitutos de uno de los grupos destacados del cartel, Good Charlotte (que han suspendido la gira por motivos personales), pero que se vieron abriendo la programación del escenario principal a las cuatro de la tarde. Su concierto se anunciaba como una actuación exclusiva en formato de cuarteto, con su cantante regresando a su puesto original tras la batería. Hay que decir que estuvieron muy potentes y que no defraudaron a quienes «madrugaron» para verles, pero seguramente muchos se quedaron sin verles por tocar tan temprano. A partir de aquí empezaba el desfile repetido muchas veces a lo largo de las dos jornadas: escaleras abajo para ir al escenario pequeño de La Laboral, y luego otra vez para arriba a ver el siguiente concierto. Al menos, los horarios permitían poder ver casi enteras prácticamente todas las actuaciones.
Inaugurando el segundo escenario estuvieron ATOMIC ZEROS, con muchas ganas y actitud, tirando de cerveza y bourbon para aguantar el calor, con la pista todavía no muy poblada, a esa hora y con ese sol en lo alto. Pero no había que despistarse porque a continuación venía otra banda destacada en el escenario grande: THE BABOON SHOW, programados también a una hora que se antojaba demasiado temprano para una formación con mucho tirón por estas tierras. Eso sí, poco les importó a los babuínos, porque una vez desenjaulados ya no hay quien los sujete. Brutal el despliegue de energía de estos simpáticos y combativos primates – especialmente por parte de su cantante, la imparable Cecilia Boström. Pura esencia punk rockera con un sonido demoledor (¿qué tendrá Suecia para dar tantas bandas tan tremendas?) y una contundencia no exenta de melodía ni de humor. Ya teníamos claro que acabábamos de ver uno de los grandes momentos del festival, pero la cosa aún estaba empezando.
De vuelta al segundo escenario nos encontramos a THE LIZARDS, que mostraron muy buenas maneras y sonaron bastante bien, pero aún podíamos ver más entusiasmo sobre las tablas que público en la pista, y es que a pesar de no hacer demasiado calor, para ser Asturias el sol pegaba bien, y las contadas sombras (a esa hora sólo en las escuetas gradas a la derecha del escenario) se rifaban. La siguiente cita en el escenario principal era con CAROLINA DURANTE, y aquí se notó bastante el cambio de público en las primeras filas, más juvenil y en gran parte femenino, bajando notablemente la intensidad de los pogos y los empujones, pero con una respuesta también entusiasta a las canciones de los madrileños, que sonaron muy contundentes en vivo, y que han enganchado en poco tiempo un público bastante fiel y numeroso. Cuando acabaron había otra cita muy interesante en el escenario pequeño: WILLIS DRUMMOND quizás no sean aún muy conocidos por aquí, pero arrastraron con ellos a una parroquia fiel y ruidosa, que les arropó y consiguió por primera vez en la jornada petar esa pista – a lo que ayudó también que el sol iba cayendo y ya se soportaba mejor. En cualquier caso, estuvieron brutales los de Iparrralde, con una propuesta intensa y muy bien elaborada, cantada en euskera sin complejos. Otro gran momento de este primer día, que continuaba de nuevo arriba con PULLEY, otros clásicos del punk californiano de los 90 que cumplieron con su papel sin grandes alardes, dando un concierto correcto pero que tampoco fue de los más destacados dentro de tanta y tan variada oferta.
Los siguientes en la lista eran (tras bajar las escaleras otra vez) TOUNDRA, otros que se anunciaron a última hora para completar el cartel (y que además repetían presencia en el festival, dos años después de su primera vez) estuvieron brillantes y muy intensos como de costumbre, con su apuesta instrumental de creativas progresiones sónicas, convocando a un público que se iba haciendo más numeroso conforme el día iba dando paso ya a la noche. Igual ocurría en el escenario principal, donde era el turno para DANKO JONES, que ofreció un potente concierto en su línea, pero sin pisar demasiado el acelerador – incluso acortó un poco el show, sin apurar el tiempo que tenía asignado. Algo que debieron agradecer BASTARDS ON PARADE, ya que la gente pudo llegar a tiempo de verles empezar. Y la verdad es que fueron otra de las notas bastante positivas de la primera jornada, muy divertidos y cañeros estos gallegos que llevan ya unos cuantos años en la brecha demostrando que con gaita, acordeón y en galego también se puede hacer punk, sin desmerecer en absoluto ante lo que hacen nombres ilustres como Dropkick Murphys o bandas similares.
Y sin darnos apenas cuenta, llegábamos casi al final de la primera jornada, con la banda más esperada seguramente por la mayoría de los asistentes: THE OFFSPRING. Aunque ya encabezaron también el cartel en la primera edición son tantos y tan fervientes sus seguidores por estos lares que aquí si que era imposible ya entrar a las primeras filas. Y en general podemos decir que estuvieron bastante bien, se mostraron muy contentos y simpáticos, flipando (una vez más) con el sitio tan increíble en que se enmarca este escenario grande. Con un repertorio lleno de triunfos incontestables nada puede fallar, y si a eso le sumamos el lanzamiento de balones gigantes al público, el momento sentimental con el piano y las velas en «Gone away», una furiosa versión de «Whole Lotta Rosie» y un par de detalles más, tienen el éxito asegurado sin salirse mucho del guión. [Por cierto, que también acortaron sensiblemente su show (10 minutos menos al principio y otros 10 menos al final), lo que puede llevar a preguntarse por esa diferencia entre lo anunciado y lo tocado, pero no vamos a entrar en eso ahora.]
Los que menos suerte tuvieron en la asignación de horario y escenario fueron sin duda ASG, que tuvieron que empezar el último concierto del viernes (ya sábado, en realidad) un rato antes de que acabasen Offspring, con lo cual hasta mitad de su recital no empezaron a ver llenarse el aforo del escenario menor, donde se cerró la primera jornada.
SABADO 3
Descansados tras el primer asalto volvemos a enfilar hacia el casco antiguo, esta vez a la Plaza Mayor, donde se celebraba la sesión vermú del sábado, y en este caso con dos bandas de sonidos muy diferentes y sobre un gran escenario (enorme, si lo comparamos con la pequeña plataforma de hormigón donde arrancó el festival el día antes). AGORAPHOBIA abrieron fuego con sus sonidos densos, oscuros y tormentosos, causando estupor entre algunas familias que tomaban el aperitivo por la zona y en algún paisano mayor que no daba crédito a aquellos locos haciendo ese ruido en pleno día y enfrente del Ayuntamiento. Sin embargo, otras familias con sus chavales disfrutaban el espectáculo, y es que hay que decir que el Tsunami Xixon, a pesar de lo radical que pueda parecer su propuesta sonora, también puede ser un festival familiar y para todas las edades, como se comprobó también en el recinto de La Laboral, donde se podían ver desde parejas y grupos de amigos en edad casi de jubilarse hasta carritos con niños pequeños y críos luciendo envidiables crestas a hombros de sus padres.
Para el segundo acto de este aperitivo saltaron a las tablas PERALTA, con un rock más clásico de raíces americanas que a muchos recordaba a The Band, con esas alternancias vocales y esa potencia eléctrica enraizada en melodías deudoras del country y el folk. Se marcaron un repertorio intachable y dejaron una fantástica sensación en todos los que ya llenaban la plaza sobre las tres de la tarde, cuando acabaron de tocar.
Otra vez a comer algo sin pararse mucho y vuelta a La Laboral para afrontar el segundo desfile de bandas por sus dos escenarios.
Esta vez la música empezó en el escenario pequeño para acabar en el grande, al revés que el día anterior, y los encargados de inaugurar la jornada fueron SYLVAIN WOOLF, que consiguieron su puesto en el cartel como ganadores del concurso Coma, correspondiéndoles el honor de abrir la segunda jornada en este importante festival de su ciudad, aunque fuera un premio agridulce ya que, a esas horas, a los pobres apenas les disfrutaron los colegas, unos cuantos curiosos de los que no se quieren perder nada y poco más, pero bueno… Al menos ya pueden decir que han tocado en un festival de envergadura compartiendo cartel con muchas bandas de nivel mundial. Y la verdad es que demostraron buenas maneras y muchas ganas, así que esperamos que esto les sirva de aliciente en su prometedor camino.
La primera banda en el escenario principal, los británicos FALSE HEADS tampoco tenían aún mucha gente pendiente de ellos, pero dieron mucha caña y pusieron empeño en que los allí presentes se acercasen y botasen con sus temas, llegando a subirse a la valla para compartir tragos con la afición y logrando ser sujetado en pie por las primeras filas, en una firme demostración de carácter por parte de unos jóvenes músicos con mucha hambre de escenario. No se les podía pedir más. Seguían en la lista los madrileños VENTURI, que también trataron de sobreponerse al poco público dispuesto a plantarse al sol en la pista del escenario pequeño, buscando sorprender y animar con cambios de instrumentos entre guitarra y batería, y hasta estrenando un tema nuevo como regalo para los fieles que allí estaban.
La siguiente actuación debía ser la de No Fun At All en el escenario grande, pero problemas con los vuelos les impedían llegar a tiempo y hubo que optar por una solución de emergencia (puntualmente informada por la organización, tanto en su web y sus redes sociales como con carteles dentro del mismo recinto): EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO, anunciados más tarde para el otro escenario, se vieron bendecidos con un inesperado ascenso en el escalafón que parecía preparado por el destino (como decía aquel, «sólo sé que algunas veces el diablo va y se pone de tu parte»). Aprovecharon sin dudarlo la gran oportunidad de pronunciar su alucinada y tormentosa homilía desde el altar mayor, donde su propuesta ganó muchos enteros, y además llegó a una audiencia mayor de la prevista, epatando a buena parte de los asistentes que no se habían enterado del cambio ni conocían a esa extraña y furiosa cofradía que inundaba de mudas plegarias sónicas el patio central de La Laboral. Indudablemente, su concierto fue de los más impactantes de la jornada, y de todo el festival. Algo digno de verse, y de oírse.
Después de esta potente sorpresa volvíamos a bajar escaleras para ver a SIDE CHICK, con un cambio radical en lo sonoro y lo visual respecto a lo que aún resonaba en nuestras cabezas. Aquí teníamos el lado más colorido y kitsch del cartel, con una sonoridad muy particular y ecléctica, pero donde no faltaban tampoco las guitarras afiladas y los decibelios (incluyendo hasta una oportuna versión del clásico «Cherry Bomb»). Y sin perder tiempo, vuelta para arriba a la cita con LA M.O.D.A., otra formación que trasciende estilos y que reúne públicos más heterogéneos y variopintos, pero que siempre se dejan la piel en las tablas. Y la afición les responde como merecen, claro: casi no había quien no cantara con ellos una canción tras otra, algunas convertidas ya en verdaderos himnos. Los de Burgos han sabido hacerse un hueco y ganarse la complicidad y el cariño de mucha gente en su camino, que siguen andando paso a paso.
Y por fin llegó el momento de ver a NO FUN AT ALL, y vaya momento: el haberles pasado al escenario pequeño supuso que allí se reuniese en pocos minutos una enorme nube de gente que montó un tremendo espectáculo de body surfing (o de crowd surfing, más bien) en lo que parecía una auténtica competición por ver quien llegaba antes hasta las vallas, incluso después de ser amablemente desalojados por la seguridad del recinto (santa paciencia la que hay que tener a veces en ese curro, la verdad) muchos corrían de nuevo hacia la multitud, directos al ojo del huracán, para intentar repetir la hazaña. Mientras tanto, los suecos no paraban de echar leña musical al fuego (con lo puesto y con instrumentos prestados, por sus problemas en los aeropuertos) mientras disfrutaban del espectáculo que tenían debajo casi tanto cómo el público lo hacía con ellos. Al final tampoco estuvo mal para ellos el cambio de hora y escenario, puesto que su concierto quizás hubiese quedado más diluido en el principal y aquí alcanzó una intensidad cercana a provocar una fisión nuclear. Lo que pudo haber sido para ellos un bolo más se convirtió en una locura memorable.
Y aún quedaba bastante tela que cortar, porque BERRI TXARRAK esperaban con la armas cargadas para dispararnos un repertorio brutal sin ningún tipo de contemplaciones. En esta gira que les está llevando a despedirse de su numeroso público por todos los rincones donde tienen seguidores parece que están dando aún más del cien por cien que venían dando en cada bolo desde hace años. Pusieron a todo el personal a cantar, a brincar y a bailar (incluso encajaron entre sus temas un guiño al «Toro» de El Columpio Asesino) y hasta sacaron a cantar un tema con ellos a David, vocalista de La M.O.D.A.. Entrega total por su parte, y también por parte del público, con el patio de La Laboral ya casi lleno. Había que mantener el ritmo, y de eso se encargaron acto seguido SUGUS en la pista de abajo. Los madrileños descargaron su anfetaminico punk ramoniano haciendo saltar los metrónomos, y también a todos aquellos que aún tenían fuerzas y no les preocupaba reservarlas.
Falta iban a hacer todavía, porque faltaba un rato para la traca final. KAISER CHIEFS salían al escenario principal al son de «Brothers in arms», con un lleno prácticamente completo para verles. No desentonaron con el resto del cartel como podría pensarse, ya que dieron un concierto muy enérgico salpicado de sus hits, que son unos cuantos. Y hasta sacaron una tarta para celebrar el cumpleaños del batería – bien ganado se lo tenía, desde luego, porque no paró ni perdió la pegada ni un solo momento. Última bajada por las famosas escaleras para cerrar el escenario pequeño: alli estaban LOS BENGALA, que en directo sorprendieron a más de uno, ya que son sin duda mucho más divertidos y salvajes de lo que muestran algunas de sus grabaciones. Nos hicieron pasar un rato muy bueno la pareja de maños (guitarra y batería, ¿para qué más?) antes del remate final.
Volvimos a subir (¡por última vez!) los cuatro tramos de escaleras al encuentro de NOFX, a los que ya esperaba una muchedumbre enfervorecida. Y por ahí asomaba ya Fat Mike, enfundado en un picardías rojo de lo más coqueto. Fueron saliendo a escena y se desató el delirio: los que habían conseguido meterse en las primeras filas es porque estaban dispuestos a vivir ese concierto como si del último de su vida se tratara. Casi que a la gente ya le dan igual las bromas entre la banda y hasta los legendarios saltos de Eric Melvin, los vasos vuelan ya desde todas partes a la vez y la marea de cuerpos se desplaza de un lateral del escenario hasta el otro con una cadencia no siempre previsible. Han venido aquí para ver NOFX, o sea: para divertirse. Y a fe que hay quien no debe haberlo pasado mejor en su vida, a juzgar por las caras de satisfacción que se ven salir del recinto cuando la música se acaba y los focos se apagan.
Mereció la pena. Y ahora, a esperar que la próxima edición nos traiga más, y mejor.