ROSKILDE 2019
Dios es danés
29 DE Junio-7 de Julio 2019
Roskilde (Dinamarca)
Bernabé Cantero y Sergio Poza
Otro año más en el festival danés por excelencia, durante todas las ediciones a las que SOLO-ROCK ha asistido, no ha dejado de sorprendernos. Seis escenarios, conciertos sin parar desde las 12 de la mañana hasta más allá de las 3 de su curiosa madrugada (en Roskilde nunca se hace de noche en julio, se hace azul oscuro), más de 170 actuaciones musicales, dos escenarios adicionales para expresiones artísticas y activismo, inabarcable.
M 3
Comienza el día más corto a a media tarde y se convierte en la jornada más intensa con varios artistas sobrepasando los aforos de los escenarios que les acogen. La leyenda Tears For Fears dejó a varios miles de personas con ganas de entrar en la carpa del escenario Arena (+de 15.000 personas), se quitaron su superéxito ‘Everybody Wants to Rule the World’ nada más empezar y, aunque empezaron fríos, remontaron.
En la otra punta los noruegos Ulver se envolvían entre láseres mientras experimentaban entre riffs oscuros y ritmos pesados. El plato fuerte del día fue Bob Dylan, que pese a su solvente banda -con sus icónicas chaquetas- y repertorio legendario no consigue emocionar a un público muy parado. Zimmerman abusa de ronquera como perro viejo y las versiones que realiza de sus propias canciones resultan planas y aburridas. Como tituló el Orange Press -periódico del festival- al día siguiente: “Fra dekonstruktion til destruktion”. Otra artista que dejó varios miles de personas fuera de su carpa fue Rosalía. Acompañada por El Guincho, coristas y bailarinas, la catalana arrasó frente a unos nórdicos que se sabían todas sus letras. Muchos aspectos a destacar, los bailes urbanos muy bien traídos con referencias folclóricas y taurinas, los éxitos compartidos -’Con Altura’, ‘Barefoot in the Park’-, un ‘Catalina’ a capella fascinante, su himno ‘Malamente’ y el recuerdo a Las Grecas, divertido por lo menos.
Desde España su trapeo flamenco no deja de ser como la versión “occidentalizada” que muchas gastronomías exóticas ofrecen en los restaurantes de una ciudad, pero es evidente que está construído con mucho talento e inteligencia. Tras varias incursiones optando por el mestizaje, el experimental y una banda que hizo el ridículo, por fin una artista española triunfó a lo grande en Roskilde.
Surtido de solapes, comenzamos con Pardans, unos daneses que deben de meterse dosis de Zappa por vena, rock alocado y genial con violín, saxo y trompeta. Cardi B -pese a la locura que desata entre sus acólitos- decepcionó en el escenario Orange con un concierto corto donde, pese a su show, todas sus canciones parecen la misma. La contundencia de los americanos Power Trip animó la incipiente noche danesa, con su nombre se autodefinen perfectamente, si quieres enseñar a tu sobrino qué es el heavy metal ponle ‘Executioner’s Tax (Swing of The Axe)’. Los islandeses Hatari estuvieron hace dos meses en eurovisión con su tema ‘Hatrið mun sigra’, y sin público puritano también lo petaron, unos Rammstein más electrónicos con sobredosis de sado. Carpenter Brut con su música entre el videojuego retro y el cine de, obvio, John Carpenter sobrepasaron el aforo del escenario Pavilion, pero su show sin proyecciones pierde bastante, aunque te dejes la garganta cantando ‘Beware The Beast’ o ‘Maniac’.
J 4
Hubo que despertarse pronto para ver a Vinicio Caposela, al que tampoco le debió gusta mucho el concierto de Dylan del día anterior, ya que estuvo de coñas constantes, presentando a su percusionista como ‘Mr Tambourine Ma’n o tocando trozos de Knockin’On Heavens Door’. Buen despertar con el extravagante italiano, que emplea todas las posibilidades del folk en ritmos y sonidos. Varios momentos de tranquilidad y melancolía coincidieron con lluvia y los consecuentes chubasqueros, el sudafricano Sibusile Xaba creó un ambiente de paz con su mezcla de folk africano, jazz y arpegios deudores del flamenco. Sharon Van Etten fue creciendo de intensidad, versionó ‘Black Boys On Mopeds’ (Sinéad O’Connor) que presentó mostrando su preocupación por Trump al pensar en su hijo de dos años y por fin vislumbramos algo de sol con la preciosa ‘Every Time The Sun Comes Up’, poco más que decir.
Hora de Testament repasando en el Arena más de 30 años de trash metal de la vieja escuela, mientras el brasileño Jorge Ben Jor, uno de los padres de la samba -primer corte de su primer disco, la célebre: ‘Mas, Que Nada!’)- se colgó al cuello una bufanda de Dinamarca e hizo bailar al público.
Y llegaron los 90 con el soul de Neneh Cherry, cadencias sensuales con extra de ritmo a cargo de varios percusionistas y mucho groove a golpe de subgraves. El cabeza de cartel “pureta” de la jornada fue Robert Plant and The Sensational Space Shifters, ¿quién será el segundo mejor cantante del mundo?, Percy lleva muchos lustros acercándose a la raíz y su música bebe del blues, el folk y hasta el gospel, su guitarrista habitual Justin Adams imprime ritmos místicos e influencias árabes a momentos cumbres de la música como ‘Babe, I’m Gonna Leave You’ o ‘Black Dog’. Corremos al Orange para presenciar a la diva triunfante de esta edición, MØ juega en casa (debutó en el festival hace 6 años en el escenario más humilde) y tiene un triunvirato de hits imbatible: ‘Lean On’, ‘Don’t Leave’ y ‘Final Song’. La voz rota de la danesa siguió resonando en nuestras cabezas.
V 5
Nueva jornada con el metal aseado de Bring Me The Horizon, mucho fuego y un frontman con diferentes outfits ofrecieron un potente setlist que ignora su primera década de existencia. Hay bandas que, por el entorno, cada año que pasa nos parecen menos electrónicos, como los británicos Jungle, que liaron la fiestaca habitual con sus bajos infecciosos y estribillos agudísimos. Mucha expectación ante una Saweetie que salió con retraso, su DJ animó el cotarro hasta que aparecieron bailarinas y protagonista: “si queréis saber por qué he llegado tarde lo podéis ver en mi instagram”. Con su hit ‘ICY GRL’, sus rapeos y sus bailes, su hype está justificado. Vampire Weekend quieren ser los Beach Boys de este siglo, temas como ‘This Life’, ‘Harmony Hall’ o ‘Step’ nos reafirman en lo dicho, con sus instrumentaciones resultonas y disfrutables melodías.
Johnny Marr, creadora de tantos riffs tan sencillos como majestuosos, repasó toda su trayectoria: temas nuevos ‘Hi Hello’, su etapa en Electronic ‘Getting Away With It’ presentada como “A disco song from Manchester, England” y, por supuesto, sus éxitos de títulos infinitos con los Smiths: ’Stop Me If You Think You’ve Heard This One Before’, ‘There Is a Light That Never Goes Out’ o su tesis de genio del sonido ‘How Soon is Now?’
Wu-Tang Clan, fueron una parodia de ellos mismos con su karaoke de éxitos. ‘Wu Tang Clan Ain’t Nothing To Fuck With’ excepto si se boicotean a ellos mismos, claro. La ración de sonidos duros del día venía a cargo de Misery Index, orfebres del death metal y el grindcore, todos sus temas son puñetazos en la cara. Cambio de tercio con el nuevo jazz energizante de Sons of Kemet XL, saxo, tuba y 4 baterías. A su líder Shabaka Hutchings se le considera el equivalente británico del gran renovador Kamasi Washington, y si éste último queda enraizado en las músicas negras norteamericanas, Hutchings apunta directamente al núcleo con ritmos africanos y percusiones caribeñas. Robyn no terminó de convencernos, pese a la grandiosidad de su propuesta y preferimos el nuevo proyecto de Doctor L (Liam Farrell), Bantou Mentale, con los ritmos de lo que denomina “la nueva rave de Kinshasa“. Como gran cierre del día, Death Grips y su hip-hop extremo llevaron al escenario Arena a la demencia máxima en un mosh pit masivo al ritmo de ‘Giving Bad People Good Ideas’.
S 6
Llegó el último día, y comenzamos con Khruangbin y su bajista animal print -tan omnipresente este año- imagen y sonido tarantiniano con cierto toque western, ni siquiera juegan al despiste, tocan hasta Misirlou. Tiempo de resucitar en el concierto de The Armed, caña y volumen al 11 con sus cantantes empujando en el pogo y desgañitándose, con la energía rabiosa de unos Atari Teenage Riot. Si su último disco Only Love parece potente en casa, en directo el subidón es bestial.
Gran sorpresa con Džambo Aguševi Orchestra, el género balkan puede ser muy machacón y repetitivo, pero la fórmula que ejecuta esta orquesta lo acerca a una brass band de Nueva Orleans, tanto en tiempos lentos y solemnes como en los más alegres y festivos. Otras novedades agradables fueron Liraz, la “Rosalía iraní”, pop persa manufacturado en Tel Aviv, los alemanes Zeitkratzer, la marcianada genial de una banda de jazz contemporáneo versionando a Kraftwerk o un grupo danés de dancehall, Bikstok, triunfando antes decenas de miles de personas.
Janelle Monáe, asaltó el Orange con un vestuario y escenografía donde se podría interpretar una renovada Alicia en el país de las maravillas. Bailarinas espectaculares, pistolas de agua, roadies de blanco y solazos de guitarra a cargo del hermano negro de Johnny Ramone. Alabamos su estilo propio entre decenas de copias y la variedad -funk, jazz, soul- donde posa sus composiciones, pero ahí faltó algo de punch, más emoción y menos confeti. Mientras comentábamos esto sobre Monáe llegó ella. Con el doble de peso, el triple de voz y cuatro veces más actitud: Lizzo. Ya en su inicio con ‘Cuz I Love You’ pudimos notar todo el blues de su voz, y de inmediato se metió al público en el bolsillo con su discurso y sus bailes. Rap, soul, blues, trap… todo cabe en sus canciones, también toca la flauta y, por si no hubiera suficientes razones para amarla, su tipografía guarda un parecido a la de Thin Lizzy.
Con las ganas que teníamos de escuchar a Petrol Girls, pero toda la potencia y mensaje que tiene esta banda de hardcore se hundió con el desastre absoluto de una cantante que era incapaz de afinar una nota. Esperamos que fuera algo puntual. Marina ha acortado su nombre y extendido sus estilos para intentar llegar al mainstream, las canciones y la voz las tiene. Los que siempre han tenido claro a quién adorar son Behemoth, su espectáculo venera la oscuridad.
Cerramos el Orange con más de 2 horas de The Cure, Robert Smith ha cumplido 60 años, y aunque físicamente su imitado estilo no le favorece, su inocencia y carisma siguen siendo la de hace 40 años. Setlist con sitio para clásicos y rarezas, momentos para emocionarse con ‘Pictures Of You’ y para abrazarse en ‘Friday I’m In Love’ en el mejor lugar del mundo para ver un concierto. Vamos cerrando escenarios, en el Avalon la turca Gaye Su Akyol con capa dorada y banda con antifaz consigue que el rock clásico y las influencias turcas se fundan. El Gloria siempre ofrece la ambientación perfecta, y así fue para el rock espacial de los finlandeses K-X-P, con su cóctel de electrónica, krautrock y noise, densos desarrollos y sensaciones físicas. Últimos saltos del año con los reyes de la fiesta Cypress Hill, que han vuelto para alegría de todos.
Resumiendo, más de 130.000 personas que no sólamente van a conciertos, también asisten a cursos de cocina, van de pesca a un lago artificial, echan un partido de baloncesto o corren la mítica naked run para intentar conseguir un abono para el año siguiente. Roskilde es así.