JEFF BECK + ANA POPOVIC

Nadie puede negar que Jeff Beck es, por derecho propio, uno de los guitarristas más relevantes e influyentes dentro del rock y del blues, a la vez que también es uno de los más imprevisibles e indomables. Siempre ha preferido ir por libre y hacer lo que le ha dado la gana antes que plegarse a los dictados de la industria o de las modas. El resultado ha sido una trayectoria irregular, con sus luces y sus sombras, difícil siempre de prever, y por eso a sus conciertos acudes con esa incertidumbre de qué será lo que nos va a ofrecer esta vez, pero siempre con la confianza en que, si se encuentra a gusto y con ganas, cualquier cosa que haga merecerá la pena.

Y parece que esta vez venía muy contento, porque dio un repaso magistral a su larga carrera, tocando todos los palos posibles y dejándonos a todos con los ojos, los oídos y la boca bien abiertos. Sorprendiendo de salida con la peculiar formación que le acompañaba (bajo, batería y… ¡violonchelo!) fue tirando de repertorio propio y ajeno, jugando a capricho con los cambios de ritmo, como muy pocos pueden permitirse. Cierto es que tener el respaldo de un batería colosal como es su viejo compinche Vinnie Colaiuta ayuda bastante, qué duda cabe: no vamos a descubrir ahora que Vinnie es una garantía y un espectáculo en si mismo. También se nota la maestría de Rhonda Smith al bajo, poniendo el contrapunto a la guitarra de Jeff con ese poderoso toque funky presente durante prácticamente todo el recital. Y hasta el cello de Vanessa Freebairn-Smith, al que a menudo costaba distinguir entre el muro sónico del resto de la banda, tuvo sus momentos de protagonismo (especialmente en la sorprendente revisión de la tradicional «Women of Ireland«). Y por si fuera poco, la intermitente pero muy poderosa intervención del vocalista Jimmy Hall, que entró y salió al escenario varias veces para poner su tremenda voz y sus dotes de animador al servicio del jefe. Temas como «I’m Going Down«, «Little Wing» o «Superstition» ganan enteros con un cantante así, desde luego. En fin, todo un espectáculo donde el blues y el rock se cruzaron y se mezclaron en casi todas sus distintas formas y mestizajes.

Y si Jeff Beck y su banda estuvieron a la altura de las mejores expectativas, no podemos decir menos de la invitada que abrió esta velada de las Noches del Botánico: tremenda la exhibición de clase y poderío que nos dio Ana Popovic con su excelente banda. Al estilo de los más grandes, Ana mandó a sus músicos por delante para ir calentando el ambiente y apareció en escena deslumbrando al personal con el dominio de su guitarra. Blues clásico, sin grandes alardes ni experimentos, pero maravillosamente ejecutado por esta mujer y sus acompañantes: poderosísima base rítmica de bajo y batería, más unos teclados impecables y una brillante sección de viento, con un saxo y una trompeta que por momentos rivalizaban con la guitarra de la jefa, amenazando con eclipsar el sonido de sus cuerdas. Un buen repaso a su propio repertorio que remató con su particular visión de un par de clásicos enlazados, el emblemático «I’m Going Down» (que luego disfrutamos también en la habitual versión de Mr. Beck) y el tórrido «Crosstown Traffic«. Un muy digno aperitivo de lo que pudimos disfrutar después, que hasta nos hizo dudar si podría ser superado por el maestro.

Felizmente, Jeff acalló enseguida de forma tajante todos nuestros temores. Perdónanos, maestro, por haber dudado.