UNA NOCHE EN LA MOVIDA
Una lección de cómo madurar bien
Tener la oportunidad de escuchar en directo, por sus intérpretes, canciones como El Pistolero, Miña terra galega, Whis you where here (la de los Floyd no, la de los Inmaculate), Chica de ayer, No more héroes o Killing moon, aparte de un ejercicio de nostalgia, también lo es de historia de la música, donde uno se puede hacer a la idea del maravilloso batiburrillo que fueron los ochenta.
Interesante y acertado formato, juntando seis bandas, que tenían poco tiempo para desplegar su gran cantidad de éxitos y temas de relumbrón, haciendo de cada mini concierto algo ameno, rápido y sin tiempo para dispersarse. Durante todo el concierto el cambio de escenarios y los horarios funcionaron con bastante agilidad y profesionalidad. Así que enhorabuena a los premiados por la parte que les toca.
En cuanto al aspecto musical, mientras se esperaba la salida de los artistas, los pinchadiscos (sí, en esa época no había DJ’s salvo en los U.S.A.) del Rockola de los ochenta, Magín y Pepo, ponían temas de grupos tan variopintos como XTC, Fisher Z o Las Chinas (si ya os decía que lo de los 80 era muy rarito). Más tarde Jesús Ordovás (este es uno que sabe algo de música de esa época y de otras, por eso le llamaron), hacía de anfitrión presentando al primer grupo.
Los Pistones
Refundados por Ricardo Chirinos y Juan Luis Ambite, que han hecho un pacto con el diablo. El primero manteniendo la misma voz que en 1980, tanto de tono como intensidad y el segundo con el mismo aspecto. Un ejemplo de cómo conservarse bien sin seguir los videos de Jane Fonda ni tirar de botox. Estuvieron acompañados por una gran banda y con la presencia en los teclados de Basilio Martí. Sin sorpresas y sin posibilidad de fallo, la combinación de buenos músicos y buenos temas conocidos por todos no puede fallar. Quizás faltó que estuviera un poco más lleno de público, pero les tocó abrir a horas tempranas y es lo que tienen los madrileños, que llegan siempre tarde a sabiendas que los conciertos siempre empiezan con retraso.
Miguel Costas
Se subió al carro del concierto a última hora y por eso tuvo menos tiempo que el resto, pero le dio igual. A saco, sin parar, enlazando temas, los de Siniestro siempre han sido de poca duración y si encima los acortas, pues te da tiempo a hacer un popurrí que te deja sin aliento.
Con mucha energía, sin parar de moverse y bien secundado por un batería cañero y un guitarrista virguero, que se marcó el solo del Miña terra galega tocando con la guitarra en la chepa, tampoco tenía margen de fallo. Aparte de Bailaré sobre tu tumba y Miña terra, pudimos disfrutar de Que me diga que le debo, Camino de la cama o Nocilla que merendilla. Faltaron muchas, pero sin duda subió las revoluciones y demostró que los temas que hizo con Siniestro Total tendrán siempre tirón.
Inmaculate Fools
Al contrario que Costas, que nunca lo ha dejado, Kevin Weatherill ha refundado el grupo y ha vuelto a los escenarios con una nueva banda de buenos y jóvenes músicos y se acompaña a la voz de Linda Lamb, con la que hizo grupo en 2013 fuera del proyecto Inmaculate.
De nuevo “gritisjis”, pero dejando un poco aparte el rollo folk (a pesar de la presencia del violín) que les ha caracterizado, sonaron bastante roqueros, sobre todo cuando Kevin cogía la eléctrica.
Animoso y animado, se notaban las ganas de público y grupo de volver a encontrarse, a pesar de haber tocado hace muy poco en Madrid.
Nacha Pop
Pues eso, que os voy a contar que no sepáis. Nacho García Vega siempre se ha caracterizado por su energía y vitalidad en el escenario, ahora le toca afrontar el peso de ser Nacha Pop a él solo y lo lleva bastante bien. De nuevo formato de éxitos de siempre y buena banda, aunque en esta ocasión nos “coló” dos temas de su nuevo disco, pero como sonaban a los Nacha de siempre se le perdonó. Tuvo la habilidad de tocar los mejores temas de Nacha que cantaba él y como no Chica de ayer, Décima de segundo y Lucha de gigantes, sino sale de allí a parpusazos ( la visera de chulapo, que alguna había por ser San Isidro).
The Stranglers
Que pasa, somos los más malos, siempre hemos sido los más malos y lo seguiremos siendo. Tú, sí, que miras, Talking to me? Y todo lo que se os ocurra. Es que estos tipos meten miedo sin pintarse como Marilyn Manson y sus secuaces. Despliegan su logo, salen de negro, como los hermanos mala sombra, miran desafiantes, no sonríen, las luces de rojo o marrón oscuro y se llaman los estranguladores. Si no te achantas con eso…
Estuvieron hace dos años con la misma formación, los juegos de luces empezaron a superarse, hasta entonces muy buenas, pero con estos comenzaron las filigranas, el sonido también fue mejorando y descargaron temas a diestro y siniestro. Como no Peaches, Golden Brown y No more heroes, que si la tocan tres veces seguidas no hubiera pasado nada. Dejaron al personal asimilando lo vivido.
Echo and the Bunnymen
Y mientras nos recuperábamos, apareció la oscura figura de Ian McCulloch. Mucho humo, luz azul oscura o roja y su presencia dominando el escenario. El resto del grupo, también bastante buenos y jóvenes, se escoraban para que todos los focos y la presencia la protagonizara Ian. Y es que de verdad que fue un maravilloso reencuentro con uno de los grupos que marcó tendencia en los ochenta. A mitad de caballo entre los siniestros de la época y los modernos, recrearon el sonido de Echo & the Bunnymen originales a la perfección y sobre todo y por encima de todo la voz de Ian, igual, clavada. Empezamos flipando con Chirinos y acabamos flipando en colores con Ian (porque luego los de las luces se recrearon bastante más, cuando nos fuimos los fotógrafos, y no quiero pensar mal).
Un lujo poder escuchar con esa calidad de sonido temas tan emblemáticos como All my colors y como no Killing Moon. Gran concierto en todos los aspectos, luz, sonido y repertorio. Genial punto final a una gran velada.
Durante toda la noche un ejemplo de cómo debe madurar un grupo, aprendiendo de la experiencia, acompañándose de buenos músicos y sabiendo adaptarse a sus viejos temas sin que decaiga la calidad, incluso superándolo. Y un ejemplo de cómo se podía interpretar el rock en los ochenta, en España e Inglaterra, de formas muy diversas pero todas ellas sobreviviendo de muy buena forma al paso del tiempo.
Podéis ver las fotografías del concierto en el siguiente video de nuestro canal Youtube: