KANSAS – The prelude implicit
¿Alargar por alargar?
A estas alturas de la película, y tras dieciséis años sin publicar material nuevo (¡dieciséis!), la banda de Minnesota (que no, que son de Kansas), se descuelga con un álbum nuevo, en el que el barco comandado por los históricos Phil Ehart (batería), Billy Greer (bajo) y Rich Williams (el emblemático guitarra tuerto) nos trae doce temas que intentan, mejor o peor, reflotar el sonido de la que es, ha sido, y será, una de las grandes bandas de la historia.
Uno se enfrenta a un disco como este con sentimientos enfrentados. La razón no es otra que la sorpresa que supone el hecho de que tras tanto tiempo rompan su silencio discográfico: si bien no es cierto que hayan estado inactivos, porque periódicamente han ido haciendo giras que mantenían viva la idea (existen dos álbumes en directo más o menos recientes que lo atestiguan), la retirada en 2014 de Steve Walsh, voz principal y teclista de casi toda la vida, parecía que tocaba de muerte al grupo, sobre todo tras la retirada previa del emblemático violinista Robby Steinhardt, en 2006.
Pero Williams ha logrado reconstruir la banda, y aunque hace como quien dice treinta años que no sacan un disco reseñable de verdad, intentan ahora dar un golpe en la mesa y reclamar de nuevo su sitio en el panorama. La verdad sea dicha, este The prelude implicit, sin ser un gran disco, es seguramente lo mejor que han publicado desde 1995. Ahí queda eso.
Se suceden al escucharlo unos cuantos temas anodinos, With this heart, Visibility zero… pero hay varias cosas más que salvables, como pueden ser Rhythm in the spirit, Home on the range o Camouflage, en las que se puede reconocer inmediatamente el sello personal de la banda, que se completa con Zak Rizvi (guitarra), David Manion (teclados), David Ragsdale (violín, ya sustituyó a Steinhardt en los 90) y un Ronnie Platt en la voz que canta, a ratos, exactamente igual que el Steve Walsh de los 70.
Cierra el disco una versión del clásico folk Oh Shenandoah, más bonita que brillante, que seguro que les va fetén para cerrar los conciertos, como si el God save the queen de Queen se tratara. En general me lo esperaba peor, y no sé bien por qué.