SARATOGA – Morir en el bien, vivir en el mal
Nivel irregular
Morir en el bien, vivir en el mal es el decimoquinto álbum (duodécimo de estudio) de la franquicia Saratoga, banda ya veterana del mundillo del metal patrio, por la que, como es sabido, ha pasado casi todo quisque con algo de nombre.
Este álbum, con el que parece que la banda se quiere despedir de los fans no se sabe si temporal o permanentemente, presenta un producto bastante irregular, si no en lo musical, sí en lo lírico: los cuatro miembros están bien, es cierto, pero a ratos el global es un tanto flojo. Que quede claro que no acaba de ser culpa de nadie en concreto, porque la batería de Dani Pérez es excelente, Niko del Hierro está fantástico en el bajo, y la guitarra de Jerónimo Ramiro es y será siempre una garantía. La voz de Tete Novoa es muy buena también, pero las composiciones destilan un cierto tufillo a material poco trabajado, o al menos, menos trabajado que otras veces.
Si bien algunas piezas están muy bien, como Mi venganza, Etérea, Volverá o El ciprés solitario, en todo momento la afectación de Novoa al cantar es excesiva (muestra: Perseguido), pasa como cuando se compara una serie de TV española con una inglesa, o con una americana que no sea muy floja: los actores de aquí están como dándose una importancia que los hace poco creíbles en sus papeles, sobreactuados hasta el hartazgo. Pues bien, con Tete Novoa aquí me ha pasado lo mismo, y el efecto que produce es que los temas más flojos, sobre todo porque la letra es más bien mala, parezcan directamente horribles; es el caso de Como el viento o Morir en el bien, vivir en el mal (con un estribillo infumable: “Mueve los pies – ¿Cómo lo ves?”, no me fastidies).
Con todo, el disco se deja escuchar, y los fans de Saratoga disfrutarán de él, dado que no se aleja del sonido personal de la banda (al menos desde la incorporación de Tete Novoa como nueve o diez años atrás), y eso es bueno.