KORN – The serenity of suffering
No tan nu metal como antes
A título de reflexión previa, el que suscribe es de la opinión de que hay estilos, como el nu metal, que requieren de los que lo practican un plus de frescura y juventud para sonar como es debido. A medida que las bandas van haciéndose más y más veteranas los mensajes rabiosos empiezan a dejar de ser creíbles y a medida también que los músicos, muy a menudo ya buenos de partida, van mejorando más aún, le restan al conjunto esa intencionalidad tan espontánea como necesaria, quedando unos temas que suenan perfectos pero faltos del alma que deberían tener, todo como muy precalculado.
Es el caso de muchos, quizá los casos más claros sean Rage Against The Machine o Clawfinger, y también lo es el de la banda que nos ocupa, los californianos Korn: en el nu metal siempre tengo la impresión de que todos van de más a menos, con unos primeros álbumes muy buenos y con una gradual caída en la anodinia con el paso de los años, ninguno consigue recuperar el espíritu que proyectó en sus primeros trabajos (sobre todo en los primeros tres discos). Ojo, y eso sin negar la corrección exquisita de la música que hacen.
Este The serenity of suffering, duodécimo disco de estudio de Korn, goza de todas las ventajas descritas, y adolece también de todos los defectos: aquí vamos a encontrar los completísimos ritmos de Ray Luzier (batería que sustituyó a David Silveria en 2007), y las líneas de bajo de Reginald Arvizu, junto a las evoluciones de las guitarras de James Shaffer y Brian Welch, así como la voz de Jonathan Davis, todo ello como si no hubiera pasado el tiempo, pero sí lo ha hecho en realidad, parece que a base de no querer evolucionar se les ha pasado el arroz, y que quede claro que es un buen disco: sonido bueno, algunos temas brillantes (Please come for me, Take me), pero como que le falta algo, ni los singles Rotting in vain, Insane o A different world matan, ni otros temas como The hating, Everything falls apart o When you’re not there lo hacen, aunque claro, si eres un incondicional del estilo, te van a encantar.