CONCIERTO DE PATTI SMITH
Patti Smith y su legado de leyenda: HORSES
Si en su crónica del Festival Azkena David Romera se refería a Lucinda Williams como la “madre de los dragones”, debemos considerar a Patti Smith como la Medea del rock, madre primigenia de todos nuestros pecados, rompedora del patriarcado rockero, capaz de conjugar tradición, poesía, modernidad, actitud punk y rock and roll al mismo tiempo. Esta vez la excusa era revisitar su obra más reconocida de 1975 (y debut), “Horses”, producido por John Cale y que la lanzó a la cumbre de los infiernos del CBGB y Nueva York. ¿Qué se puede decir de la icónica portada de Robert Mapplethorpe, la revisitación speedica del Gloria de los Them, el ritmo juguetón de Redondo Beach, la recreación elegiaca de los versos de Birdland, la belleza y el mensaje político de Free Money y Break it up o el final de Elegy dedicado a todos los muertos del rock? Pues poco, mejor disfrutar.
Pese a que uno no es muy partidario de este tipo de actos, debido a la falta de sorpresa que supone la interpretación ordenada de un disco, si sirve para ver si esa obra tiene vigencia o no, si fue únicamente flor de un día o se ha convertido en algo atemporal. Y Horses se ha transmutado en un mito, un disco obligatorio y necesario inyectado en el acervo popular, pese a que el Jardín Botánico no es el lugar más apropiado para este tipo de ceremonias paganas, sobre todo si tienes a cinco o seis personas hablando como si les fuera la vida mientras la Patti recita versos en Birdland, aunque luego les hace callar mientras recuerda los caballos del Guernica picassiano en la aceleración de Land. Partido ganado por la señora Smith.
Yendo de menos a más, Patti y su magnífica banda (con los eternos Lenny Kaye a la guitarra y Jay Dee Daugherty en la batería) completaron el concierto tirando del fondo de armario más conocido de la poetisa de pelazo blanco: Because the night (mucho más seca y directa que la que interpreta Springsteen y dedicada al fallecido Fred “Sonic” Smith, guitarra de MC5 y padre de su hijo), el himno podemita People have the power, “Summer cannibals” o un alocado My generation reivindicativo con rotura de cuerdas incluida. Curiosas y dignas también las versiones de Eight miles high de los Byrds o Last Time de los Rolling Stones junto al homenaje a Prince con la bella revisión de When doves cry.
Se marchó mandando a tomar por culo a Donald Trump y recordándonos que somos jodidamente libres. Jesus died for somebody’s sins but not mine. A eso se le llama 100% actitud.
SANTINO