CHRIS ROBINSON BROTHERHOOD
Reivindicando el sonido de los setenta
Expectación máxima en el foro para recibir al ex-cantante de los Black Crowes Mr. Chris Robinson acompañado de los Brotherhood. Sold out, guaperío nacional en la zona noble de la sala But (Johnny Burning, Leiva, Carlos Tarque, Julián Maeso), y mucho músico de la escena madrileña entre el público. La heterogeneidad del respetable (rockeros de tomo a lomo, coronillas visibles, pelos largos, hípsters o amantes de la psicodelia) desconcertaba a un servidor, presintiendo mucho barullo durante las largas improvisaciones instrumentales previstas. Pero no, el público desde el primer tema mantuvo un respeto enorme y silencioso a lo que se estaba desarrollando en el escenario, hecho no muy habitual en el foro.
¿Y que ofreció Chris en casi tres horas? Pues sobre todo calma y buen gusto, relajación, destreza y un conocimiento exhaustivo de los cánones setenteros. El Robinson mayor, a sus casi 50 primaveras, disfruta como gorrino pachón de su nueva condición y sabe mantener y captar la atención del público sólo con su música, no hay aspavientos ni actitud rock and roll star. Siempre con la guitarra colgada, ya no es el front-man que se movía espasmódicamente con pandereta en mano. Ahora es Jerry García y dirige a sus Brotherhood (véase Neal Casal a la guitarra, Adam Macdougall al órgano, Tony Leone a la batería y Mark Dutton al bajo) con maestría Zappiana. No hay necesidad de pirotecnias, de subidas y bajadas, de cambios de tono rebuscados, todo fluye con mucho “flow” provocando a veces cierta linealidad. Eso sí, todo envuelto en un sonido donde cualquier matiz se percibía a la perfección (la banda realizó la prueba de sonido a las 16:30, lo que habla de su profesionalidad).
Dominaron los sonidos blues-rock tan del gusto de la era San Francisco-California, coloreado por la guitarra sinuosa de Casal y el órgano juguetón de Macdougall. El comienzo con “Hello L.A., Bye Bye Birmingham” (de Delaney Bramlett y Mac Davis, aunque muchos la recordamos por la versión de los míticos Blue Cheer) y “Tomorrow Blues” dan fe de ello. En casi tres horas de show, intermedio incluido, hubo tiempo para todo. Momentos relajados “americana” en “Roan county banjo”; versiones cuasi irreconocibles como el “She belong to me” de Dylan; guiños patrios como el “Never been to Spain” de Hoyt Axton; ramalazos extensos a lo Grateful Dead en “Like a Tumbleweed in Eden” o “Vibration & Light Suite”, los instantes de mayor éxtasis de los parroquianos; Slim Harpo reconstruido en “The Music’s Hot”, excesivamente sedosa y bailable, y “Got Love If You Want It” (único momento armónica del concierto). Aunque en opinión de humilde servidor, los medios tiempos “Reflections on a broken mirror” o” Star o Stone” y sus derivaciones fueron los momentos más disfrutables de la noche.
El bis final con “Catfish John” de Johnny Russell fue la única reivindicación del sonido The Band frente a la psicodelia. Ni una concesión al pasado que le hizo rico y famoso, demostrando coherencia con su nueva transformación. A la salida se podía escuchar de histórico para arriba entre el respetable, eso se lo dejamos a los fans. Lo que está claro es que Robinson puede tratar de tú a tú a Phish, Widespread Panic o Moe. Y eso sí que son palabras mayores.
Podéis ver las fotografías del concierto en este video de nuestro canal de Youtube: