BRYAN ADAMS
El invento todavía se aguanta
El ídolo de quinceañeras Bryan Adams ha cambiado su vis más o menos gamberra de los ochenta por la vis más o menos bromista que parece más necesaria a la edad que tiene: con cincuenta y seis años a sus espaldas y más arrugas que el traje de Sonny Crockett ya no puede ir por ahí seduciendo jovencitas con una guitarra, que las jovencitas están la mayoría casadas y tienen más de cuarenta chicharros. Eso sí, las cuarentonas, muy fieles no a sus parejas por una noche, pero bueno. En la cadena local BTV le preguntaban a uno qué es lo que esperaba del concierto, y va y responde que que le gustara a su mujer. Hombres.
Con todo, un simpático y seductor (el que tuvo, retuvo) Bryan Adams ofreció casi dos horas de rock’n’roll con un sonido rayano en lo impecable, todos sus grandes éxitos o casi, y una proximidad con el público que ya quisieran muchos. Su entrega parece auténtica, y de una forma u otra el público lo agradece, seguro que a ese que entrevistó la tele también le gustó. Como al que suscribe.
Junto a los cuatro temas del último álbum (Get up de 2015, que no está mal, por cierto), que fueron Do what ya gotta do, Go down rockin’, You belong to me y Brand new day, cuidadosamente espaciados para que la audiencia no se dispersara, la banda interpretó hasta siete temas del Reckless de 1984 que puso en órbita a Adams in secula seculorum. El otro disco con más aportación fue 18 ‘til I die de 1996, con cuatro temas, me sorprende un poco. Por lo demás, éxito tras éxito iban cayendo temas rockeros como Run to you (lástima de solo de guitarra más largo, hombre), Can’t stop this thing we started, Kids wanna rock o It’s only love (sensacional) y baladitas (muchas) marca de la casa, como Heaven, (Everything I do) I do it for you o tantas otras perlas del mataquinceañeras este.
Perlas que, por cierto, sonaron casi como entonces, gracias a que Bryan Adams sigue teniendo esa voz aparentemente inútil que luego llega adonde quiere. Adonde quiere. El tío estuvo súper bien, y la banda también, con la solidez que proporciona no cambiar de formación en doce o catorce años: Los ‘nuevos’ Norm Fisher (bajo) y Gary Breit (teclados) llevan desde 2002 en la casa, y Mickey Curry (batería) y Keith Scott (guitarra) acompañan a Adams casi desde que comenzó, así que conjuntados sí que estaban, hasta el punto de que por la cara que pusieron Adams y Curry con la respuesta del público en el primer estribillo de 18 ‘til I die, dio la completa impresión de que siguieron al público en vez de ser al contrario (preparados para ello sí debían estar, claro), cosa que hicieron sin ningún problema. Lo cierto es que el video de la pantalla gigante quedó decalado en el tiempo a partir de ese punto durante toda la canción.
Muy bien todo, si hasta hubo un solo de batería. Y cómo se oía ese bombo, por Dios. Perfecto. El único defecto sonoro de la noche fue que el Hammond de Breit estaba casi del todo ausente en la mezcla. Lástima. Por lo demás, un excelente concierto, con sus momentos acústicos, la guitarra española de Scott (como toca el tío) y todo eso.
Setlist Bryan Adams: Do what ya gotta do / Can’t stop this thing we started / She’s only happy when she’s dancin’ / Run to you / Go down rockin’ / Heaven / Kids wanna rock / It’s only love / This time / Summer of ’69 / When you’re gone / (Everything I do) I do it for you / If ya wanna be bad ya gotta be good / Here I am / You belong to me / Somebody / I’ll always be right there / Have you ever really loved a woman? / Cuts like a knife / 18 ‘til I die / The only thing that looks good on me is you / (bis) Brand new day / C’mon everybody /She knows me / Straight from the heart / All for love