JULIAN MAESO
El triunfo del talento y el esfuerzo
Mucha gente aún no lo ha descubierto, pero cada vez son más quienes lo conocen, y quienes lo han probado quedan tan impresionados que sin duda desean repetir. Y es que Julián Maeso no es un artista más, es un músico con algo especial: su capacidad y su habilidad como intérprete se suman a un conocimiento y un gusto musical que se conjugan dando como resultado una maestría poco habitual, de esas que no se aprenden – se tiene o no se tiene. Y Julián lo tiene.
Después de haber formado parte de los añorados The Sunday Drivers, entre otros muchos proyectos y colaboraciones, arrancó en solitario con un imponente debut: “Dreams are Gone” (2012), un doble álbum que recibió muy buenas críticas pero que quizá no tuvo la difusión adecuada, cosa que lastró un poco las presentaciones en directo. A pesar de los inconvenientes, la bola ha ido creciendo gracias a la mejor promoción que al fin y al cabo puede tener un artista: una afición fiel que va propagando su testimonio y reclutando nuevos adeptos. Sin prisa pero sin pausa, haciendo conciertos aquí y allá – ha mostrado su talento tanto en solitario, con la sola ayuda de un piano o una guitarra, como en formato de trío o con una big band detrás, siempre con resultados brillantes – llegó el segundo trabajo, “One Way Ticket to Saturn” (2014), mucho más conciso y directo, nueve canciones sin desperdicio alguno.
La presentación de este disco le ha llevado a alcanzar mucho más público, viajando con él durante más de un año hasta llegar a este fin de gira. Con la sala hasta arriba y una enorme expectación en el ambiente salió a escena la banda primero y luego Julián, tomando posición en el centro del escenario rodeado por nada menos que tres teclados. A su izquierda, los dos guitarristas: su inseparable Pere Mallén, toda una garantía de pasión y destreza en cualquier terreno musical, muy bien acompañado por Amable Rodríguez; tras él, Gonzalo Maestre marcando el ritmo a la batería, y a su izquierda Alfonso Ferrer al bajo, todo entusiasmo y expresividad, junto con Mayka Edjole y Erin Corine encargándose magníficamente de los coros (y Erin hasta metiendo una flauta en algunos temas). Una formación de lo más completa y solvente que nos fue llevando del blues al funk pasando por el gospel, el soul y casi todas las variantes de sonidos negros norteamericanos, en una imparable sucesión de melodías propias y ajenas con numerosos detalles y referencias a un sinfín de clásicos de diversos géneros.
Con el público enganchado a su ritmo y participando del concierto desde el primer momento, el recital fue cobrando bríos según avanzaba la noche con la aparición de invitados como Alberto Anaut, otro músico que conoce muy bien los sonidos en que se mueve Julián Maeso y que le acompañó en varias piezas – incluida una versión del célebre “You Got It” de Roy Orbison y compañía. Se esperaba también la presencia de Diego El Twanguero (con quien no hace mucho ya compartió este mismo escenario) aunque al final no pudo ser… Pero aún había una última sorpresa en el cargador: para rematar una velada redonda, en los bises subió al escenario el gran Francisco Simón (Red House) para acabar de incendiar la sala con su guitarra en una apoteosis final. Lo prometido se cumplió con creces: más de dos horas de entrega, de sudor, de ilusión y, sobre todo, de música. De música de verdad, de la que nace en la cabeza pero que sale del corazón.
Podéis ver las fotografías del concierto en el video:
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