FITO Y LOS FITIPALDIS + LOS ZIGARROS
La fórmula del éxito
Diez años después Fito volvió a triunfar en Las Ventas. Con el cartel de no hay billetes se presentó ante 20.000 personas que abarrotaban la plaza. Si bien, parecía que en la arena había menos gente que la última vez, seguramente fue porque han reducido el aforo, ya que lo de hace una década es posible que sobrepasara lo permitido (si no es así ruego me disculpen y no me apliquen la Ley Mordaza).
Así que con menos apreturas y con media plaza ya preparada aparecieron Los Zigarros. Año y medio después de entrevistarles, he podido comprobar que la evolución del grupo ha sido estratosférica. Tocaron en un escenario que como dijeron, siempre habían visto desde abajo, con ACDC o Los Rodríguez, pero esta vez eran ellos los protagonistas. Un concierto que fue de menos a más y donde presentaron casi todos los temas de su primer disco.
Quizás porque aún la luz de los focos no era la idónea, o porque empezaron con temas más tranquilos, no fue hasta que hicieron la versión de River Deep Mountain High (Tina Turner) cuando la gente se animó más. El tema fue como un disparo de salida, ya que a partir de ese momento comenzaron con sus temas más roqueros, como Voy a bailar encima de ti, un gran Cayendo por el agujero, acompañados a la armónica por Ángel Vera (anteriormente también estuvo compartiendo un tema el gran Julián Maeso a los teclados) o su canción más pegadiza Hablar, hablar. Atrevidos los hermanos Tormo (Ovidi y Álvaro) sobre el escenario, cada vez más sueltos, acompañados por Adrián Ribes al bajo y Nacho Tamarit a la batería, se crecieron ante la respuesta del público e incluso osaron a callarse en el estribillo de Habla, hablar para que lo cantara el público. Salió bien el experimento. Cuando tengan más repertorio para seleccionar (tocaron una hora) y consigan ajustar el sonido para grandes escenarios, seguro que darán el gran salto definitivo.
Y tras la dichosa y religiosa espera de rigor pero muy puntuales, comenzaron las proyecciones en las pantallas donde desde el cementerio se veían en lápidas todos los trabajos de Fito Cabrales en su etapa con Fitipaldis. Y saliendo de la tumba, como esqueletos, aparecían él y Carlos Raya (que ya es algo más que la mano derecha de Fito) para coger las guitarras y presentar Huyendo conmigo de mí.
Y es que este concierto de Las Ventas sobre todo fue un repaso a los tres últimos discos de Fito, con su habitual recuerdo acústico en su etapa con Platero y tú (Alucinante), algún tema de su primera etapa (pocos) con Fitipaldis (la anterior a la llegada de Raya como guitarrista y productor) y muchos temas de su último disco y muchos de los dos anteriores.
Tras comenzar con Viene y va, Por la boca vive el pez y Me equivocaría otra vez, resultó impresionante como la plaza coreó la cuarta, Lo que sobra de mí. Tocar siete temas del último disco, que se los sepa el público y que disfrute con ellos no está al alcance de todos. El resto del concierto, pues como es habitual con un grupo que es absolutamente profesional, perfecto en el sonido, las luces, las proyecciones, los movimientos sobre el escenario, la animación, la interactividad con el público y todo lo que sea menester.
Fito ha ido cambiando de público a medida que ha ido cambiando su estilo a la hora de componer, desde los roqueros seguidores de Platero, a los roqueros más jóvenes seguidores de su primera etapa con Fitipaldis, para pasar a un público rebosante de mujeres de todas las edades, padres con hijos y muchos jóvenes seguidores de esta segunda etapa. A lo largo del camino unos se han bajado, otros han continuado y otros se han subido al tren hace poco, lo que es un hecho es que llena Las Ventas, hace disfrutar al público y derrocha profesionalidad y generosidad (más de dos horas de concierto). Nunca defrauda.
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