MICHAEL NYMAN – WAR WORK: 8 SONGS WITH FILM
Más de lo mismo
El veterano músico y compositor británico, recordado aún por bandas sonoras como la de “El Piano”, regresa a Madrid en el marco del festival Madgarden para presentarnos un proyecto en que combina su música con la proyección de una película de factura propia.
Conocí la música de Michael Nyman hace unos veinticinco años gracias a un programa emblemático de Radio 3 llamado Diálogos 3, dirigido y presentado por Ramón Trecet. Por entonces, este pianista, musicólogo, crítico musical y compositor británico estaba centrado en sus trabajos para el cineasta Peter Greenaway, para quien compuso las bandas sonoras de películas como El Contrato del dibujante, o El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, ambas inspiradas en la música de Henry Purcell; Conspiración de mujeres, donde se basó en la obra de Mozart; o A zed & two noughts, inspirada en obras de Heinrich Ignaz Franz von Biber. En todo caso, se trataba siempre de música minimalista con componentes operísticos, a la que yo metía en el saco del New Age, tan de moda por entonces. Tuve la suerte de ver a Nyman en el Teatro Monumental en esa época y quedé bastante impresionada por su directo, donde el músico y su pequeña orquesta formaban una maquinaria perfectamente engrasada, presta a transmitirnos todo tipo de emociones. Después le llegó el éxito con la banda sonora de El Piano (1993) y tras ella siguió publicando un sinfín de obras, además de pasar tres años como compositor residente en el Badisches Staatstheater de Karlsruhe, o participar en el evento musical Live Earth de Kyoto en el 2007.
En su reciente visita a Madrid, Michael Nyman nos ofreció un espectáculo centrado exclusivamente en su obra audiovisual War Work: 8 Songs with Film (2014), creada por encargo para la conmemoración de la Primera Guerra Mundial. En lo musical se trata de la transformación de ocho piezas de los compositores clásicos Schubert, Beethoven y Rossini, añadiendo textos de poetas europeos escritos durante el conflicto bélico. Estos temas acompañan a la proyección de una película del propio Nyman, donde se recogen imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial.
El concierto empezó tres cuartos de hora más tarde de lo previsto, ya que el músico prefirió esperar a que oscureciera para que el público congregado en el Jardín Botánico pudiera ver la proyección en las condiciones más idóneas. De modo que un poco después de que el cielo rojo del atardecer se tornara violeta, al fin subieron a escena los once músicos a cargo de los diversos instrumentos de viento y cuerda, seguidos de la cantante de ópera y el propio Nyman, que se sentó al piano dando la espalda al público.
La película War Works describe la realidad de la guerra gracias a las imágenes recurrentes de las caras deformadas de los soldados desconocidos, los imponentes dirigibles, los experimentos médicos, la inocencia de los niños, las fábricas de muñecos, los entrenamientos militares… El resultado final se semejaba más a los visuales para un concierto de rock que a una película propiamente dicha. Mientras tanto, se sucedían las piezas, cantadas en alemán o en inglés, sin que hubiera una auténtica sincronización con las imágenes. Tanto la cantante como los músicos hicieron su trabajo de forma correcta, pero sin transmitirme ningún tipo de emoción, incluso me llegaron a aburrir un poco. En todo caso, me pareció simplemente más de lo mismo, pues Nyman conserva su estilo particular, pero sin llegar ni de lejos al Nyman de hace dos décadas.
En resumen, un espectáculo correcto, pero algo frío, que me dejó indiferente, tanto en lo musical como en lo visual. Sobre todo porque, en lo que se refiere a proyectos de este estilo, poco tiene que hacer en comparación a ese memorable directo en que Philip Glass le ponía música a La Belle et la Bête de Jean Cocteau; o a ese otro espectáculo gratuito que vi en la Granja de Segovia, donde los Pet Shop Boys unían fuerzas con una orquesta británica para ofrecernos en directo su banda sonora para El Acorazado Potemkin.