ESTRELLA MORENTE Y NIÑO JOSELE

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Trueba vuelve a hacer de Celestina

Caminando entre tinieblas, al compás de un Niño Josele que había empezado segundos antes a puntear su guitarra en la más absoluta oscuridad, se presentó el pasado martes Estrella Morente en el madrileño teatro Nuevo Apolo.

Si en los conciertos de, por ejemplo, Sr. Chinarro o Grupo de expertos solynieve hemos hablado (por aquello de rellenar un puñado de líneas más) de las hordas de hipsters que los acompañan, justo es decir ahora que, aunque variopinto, el grueso de los asistentes, tras invertir unos cuarenta y cinco euros de media, estuvo formado por una cierta burguesía entrada en años entre la que pudo verse a algún que otro famoso. Ese parece ser el público más habitual de este tipo de espectáculos ahora que el flamenco es alta cultura y no el vocerío de cuatro gitanos en un tablao de mala muerte. Pero vayamos al turrón.

Caminando, decía, en la más absoluta oscuridad y con la guitarra de Niño Josele, al que no se le conoce una nota mal dada, como única guía, entró la cantante al abarrotado teatro para ir desgranando, una a una, las canciones de Amar en paz, una idea concebida y producida por un Fernando Trueba que, tras el éxito sin precedentes de Lágrimas negras, continúa en esta línea de hacer de Celestina entre artistas que, de otro modo, probablemente nunca hubieran llegado a colaborar.

El resultado son dieciseis clásicos brasileños (O amor em paz, Dindi, Atras da porta, Amargura…) traídos al castellano que, más que una incursión en la música brasileria, como ha explicado el propio Trueba, pretenden ser un homenaje a ésta.

Hubo, por caer de una vez por todas en el tópicazo, duende, pero no esperen, si entre sus planes está ir a alguno de los conciertos que el dúo ofrecerá por España, demasiados gritos desgarrados, enérgicos impulsos sentimentales ni, en definitiva, arrebatados quejidos calés. Aunque llevadas a su terreno y con una Estrella Morente perfectamente reconocible en estas canciones extranjeras, los temas son los que son y demandan otras cosas: un fraseo más íntimo, sutileza y emoción contenidas. Esos fueron, al menos, los ingredientes con los que Estrella cocinó los clásicos de Milton Nascimento, Ary Barroso, Antonio Carlos Jobim o, entre otros, Dolores Duran.

Dos intermedios de lucimiento tuvo el Niño Josele, al que no se le conoce (¿lo he dicho ya?) una nota mala, en los que demostró, si es que todavía tiene algo que demostrar el de Almería, que si salen plazas para cubrir la vacante de Paco de Lucía, él va a presentar su candidatura.

Agredecimientos varios para Fernando Trueba, presente entre el público, y recuerdos, como no podía ser de otra manera, para Morente padre, conocedor entusiasta (según explicó su hija) de este proyecto del que por fin podemos disfrutar en directo.

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