ÁNGEL STANICH
El camino ácido del rock
En solitario, pertrechado únicamente con su guitarra electroacústica, de la que no se separó en todo el concierto, y luciendo ese look a lo Capitán Cavernícola que da calor con solo mirarle (probablemente inspirado en Javier Vielba, amigo, líder de Arizona Baby, uno de sus descubridores y productor de su primer disco), se presentó Ángel Stanich el pasado viernes en la sala Joy Eslava de Madrid
La soledad le duró poco: lo que tardó en interpretar Amanecer caníbal. Durante los acordes finales se fueron incorporando Álex Izquierdo (bajo), Lete G. Moreno (batería) y Víctor López Pescador (espectacular a la guitarra eléctrica) para, ya todos juntos, dar paso a Mojo, uno de los dos temas inéditos recogidos en el EP Cuatro truenos cayeron, una edición limitada en vinilo de 10 pulgadas que vio la luz el mismo día de este concierto. Carbura, el otro tema “nuevo” (circulaba desde hacía diez días en internet) tampoco tardó en caer. Víctor Cabezuelo (Rufus T Firefly, Mucho, Zahara…), se uniría al cuarteto en un par de ocasiones para ocuparse de los teclados.
Algo ha cambiado, y muy rápido, para el músico cántabro que, como bien recordó durante el concierto, ya había actuado en la Joy: “Toqué tres canciones ante cuatro personas.” Lo hizo como telonero de Corizonas y, claro, nada que ver con el llenazo absoluto que abarrotó la céntrica sala madrileña para escuchar las canciones de su primer y, por el momento, único disco.
Vendido habitualmente como “El ermitaño del rock” por su alergia a conceder entrevistas y revelar detalles sobre su vida privada, lo cierto es que Stanich lleva un año dejándose ver bastante por toda la geografía española. “Poco se sabe y poco más podrás saber”, aseguraba la multinacional Sony en su campaña publicitaria. Cierto, pero sabemos lo que tenemos que saber: que en 2014 publicó once magníficas canciones agrupadas bajo el nombre de Camino Ácido y que, junto a las diez que publicó el también jovencísimo Isma Romero (Antes de que esté prohibido) se convirtieron inmediatamente en el más esperanzador futuro (y presente) del rock español.
Pletórico desde el primer momento sobre las tablas de la Joy Eslava, sabedor de que este es su momento, Stanich empezó como un auténtico vendaval y, con las pausas justas, se fue disfrazando de todos los personajes que pueblan sus canciones (Miss Trueno ’89, el Outsider, que dedicó a Vielba, el Coyote y, por supuesto y para dar por terminada la velada, Metralleta Joe, su canción más conocida). Hubo tiempo también, en la hora y media que el músico nos dedicó, para ponerse en la piel de Mark Lanegan y la Creedence Clearwater Revival, dos de sus (declaradas) influencias e interpretar Bleeding Muddy Water y Proud Mary.
Un tsunami de guitarras y rock&roll sobre el que navegan las historias alucinadas de un Ángel Stanich que ha venido para quedarse y que en tan solo unos meses ha conseguido hacerse un hueco entre los mejores. Cómodo sobre el escenario y lejos de esa imagen de “ermitaño”, estuvo hablador e incluso bromista, animando a la concurrencia a mover el bullate. Antes de atacar la última canción, una advertencia dirigida al público que se agolpaba frente al escenario: “Id abriendo hueco, que voy a saltar”. Dicho y hecho.