JOHN GARCIA
Sin arena pero con elegancia
John Garcia es una leyenda sin suerte. Miembro original de una banda de culto como son Kyuss, creadores de un sonido repetido hasta la saciedad en los últimos tiempos (el “stoner”), sus posteriores proyectos no han tenido la suerte que se merecían. Bandas como Slo Burn, Unida, Hermano o Vista Chino no han sido superventas, pero Garcia siempre ha mantenido un nivel medio bastante considerable para los tiempos que corren. Y pese a que intentó recuperar el legado de Kyuss con el proyecto Garcia plays Kyuss, sin el beneplácito de Josh Homme, su libertad creativa ha permanecido por encima de todas las cosas.
En esta visita Garcia presentaba en directo su primer disco “homónimo” en solitario, una obra correcta donde mantiene sus constante vitales “stonerianas” acompañados de ciertos toques mas hard-rockeros que en sus anteriores trabajos. Escoltado por una banda simplemente correcta y con poco carisma sobre las tablas (donde destacaba el batería Greg Saenz), que no consiguieron impregnar de arenosidad y contundencia al sonido previsto, Garcia dio un corto pero buen directo, intenso por momentos, destacando su profesionalidad en los escenarios pese a los habituales problemas de acústica de la sala Arena. Muy pendiente del sonido y de poder oírse, con continuos gestos al mesa de la sala, el cantante de San Manuel sigue moviéndose felino en el proscenio, bailando con el pie de micro y siguiendo el ritmo de los temas con elegancia y solvencia. Además, su personal e inconfundible voz sigue manteniéndose intacta y llena de matices (a gusto de un servidor, la mejor voz de los 90 junto a Ian Astbury).
El repertorio no presentó grandes sorpresas, basándose en su nueva obra (donde destacaron “Rolling stoned” y el single “My mind”), y en temas de Slo Burn (“July”) junto a pildorazos de los añorados Kyuss. No había más que apreciar la locura colectiva que se formó cuando atronaron “One inch man”, “El rodeo”, “800”, y las portentosas “Green Machine” y “Whitewater”, acabando Garcia entre el público junto el bajista, el guitarra y el técnico de sonido de la banda, y dando efusivamente las gracias al público madrileño. No fue un concierto para recordar toda la vida, pero de vez en cuando se agradece la profesionalidad de los músicos intentando agradar a sus seguidores más fieles.
Señores, no se vayan con medianías, vayan siempre al original, aunque la sombra de Kyuss y del desierto sigue siendo muy alargada.
Santino