THE PRETTY THINGS + JOAO TOMBA

A estas alturas no es extraño encontrarnos con bandas que, con mayor o menor ruido mediático, están celebrando su medio siglo de vida en directo. El caso de The Pretty Things estaría dentro de la segunda opción, ya que su nombre siempre estuvo por detrás de otros coetáneos como The Kinks, The Who o los mismísimos Rolling Stones (en cuyas filas militó como primer bajista precisamente Dick Taylor, guitarrista y fundador – con el cantante, Phil May – de los Pretty Things) – pero eso no quiere decir que la oportunidad de ser testigos de tal acontecimiento sea menos apetecible, incluso podríamos decir que en esta ocasión estaba el importante aliciente de poder disfrutarlo en una sala pequeña como Gruta77, donde el ambiente se asemeja más al que cualquier grupo ha tenido en sus inicios, con la inmediatez y la cercanía del público, metido casi en el escenario.

Las expectativas de poder disfrutar este espectáculo en la distancia corta pusieron el local hasta la bandera, con seguidores de todas las edades dispuestos a presenciar una noche inolvidable. Y podemos asegurar que así fue: The Pretty Things siguen ofreciendo un poderoso directo de rock y blues, heredero de los clásicos más genuinos, con especial incidencia del gran Bo Biddley – no en vano, el nombre del grupo lo tomaron de su “Pretty Thing”. Sonaron varios temas del viejo Bo, desde el ya mencionado hasta “Mona”, “You can’t judge a book…” o ese mítico “Roadrunner” con el que se despidieron tras casi dos horas realmente intensas de concierto. Pero también tuvieron hueco para recordar a otros grandes como Muddy Waters o Willie Dixon, con Dick Taylor empuñando la guitarra acústica – al estilo que solían hacerlo hace cincuenta y tantos años en el Sidcup Art College, junto a otros compañeros como un tal Keith Richards, según recordaba Phil May.

Y por supuesto, no dejaron de lado sus viejos éxitos: no podían faltar “Midnight to Six Man”, “S. F. Sorrow is born”, “Don’t bring me down” o, por supuesto, “Rosalyn”, acogidas con entusiasmo por todos los presentes. La combinación de talento y experiencia que aportan Dick y Phil se ve reforzada por la energía de la joven base rítmica que actualmente les acompaña, pero hay que destacar la vitalidad desbordante que ambos mantienen, especialmente el cantante y frontman, quien recién salido del hospital madrileño en que hubo de ser ingresado ese mismo día mostró un ardor y un coraje bajo los focos como si fuese su primer concierto – o más bien como si fuese a ser el último, dadas las circunstancias. A golpe de ventolín y arropado por el resto de la banda, no cedió en su empeño de dar un recital en toda regla, sin reservas ni medias tintas. Y es que para algunos, la música es realmente su vida y no consienten que nada se le anteponga, ni siquiera su propia salud.

Viejos rockeros que siguen siéndolo las veinticuatro horas del día, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, sobre grandes escenarios o en la intimidad y el calor de un pequeño club. Ahí está la grandeza de la música, y de quienes no pueden evitar llevarla en la sangre.

¡Ah!… Y antes de acabar: mencionar al inclasificable Joao Tomba, quien precedió a la legendaria banda británica en el escenario (cosa de la que podrá presumir y enorgullecerse el resto de sus días) haciendo gala de mucho oficio y mucho valor para sostener él solo – bueno, con el apoyo de su “Orquesta TDK Chrome” – un espectáculo lleno de humor y de amor también por la música, algo muy meritorio que no es nada fácil de conseguir y que debe valorarse como merece.