DCODE FESTIVAL 2014
La última gran cita del verano
El pasado sábado tuvo lugar la cuarta edición del DCODE festival en el complejo deportivo Cantarranas de la Universidad Complutense. La última de las grades citas del verano y el broche final a la temporada festivalera. Beck, como ya saben, era la gran atracción de día y, como intentaré contarles más adelante, no defraudó.
La vida es cuestión de prioridades y las mías, en verano y de cuatro a seis de la tarde, no incluyen ir a conciertos. Aunque toquen grupazos como Perro y Belako. Así que todo comienza con un final, el del concierto de Anna Calvi, que será largamente recordado porque coincidió con el inicio de la happy hour, detalle interesante de un festival que no es precisamente barato. Ahora sí. Con dos minis de cerveza y con Bombay Bicycle Club comienza esta crónica. Es lo que hay y mejor dejarlo claro porque me dolería que os llevarais a engaño. Fin de la cita.
Los londinenses andan paseando su cuarto disco, So long, see you tomorrow, el trabajo con el que en febrero rompieron un silencio de casi tres años después de sus frenéticos inicios: tres discos durante tres años consecutivos. Me parece el mejor de los cuatro, un significativo paso adelante en su carrera que reduce los detalles folk y aumenta los sintéticos. El concierto fue correcto pero no emocionó. Solventes pero fríos sobre el escenario Heineken los ingleses.
Del calor, la potencia y la entrega se encargaron sus compatriotas de Royal Blood. El atípico dúo de bajo y batería que está comprando papeletas en cantidades industriales para convertirse en grupo revelación y disco del año. Un disco, por cierto, que acaba de salir al mercado, aunque ya conocíamos varias de las canciones. Torrente sonoro desde el escenario más pequeño mientras Russian Red se manejaba en el principal. No sabemos qué tal le iría.
Con la noche encima y sin dos por uno en cerveza llegó uno de los platos fuertes de la jornada: Jake Bugg. La imberbe reencarnación británica de Bob Dylan ofreció un concierto soberbio. Sin un gran derroche de energía pero bien sostenido por un setlist (a pesar de que cuenta solo con dos discos) difícilmente mejorable. Veinte años ha cumplido el señor Bugg este 2014. Hay que joderse.
Si Jake Bugg interpretó el papel de súper estrella asentada, el de jovenzuelo con ganas de llevárselo todo por delante fue para Beck, pope indie de este cambio de milenio, que apareció a la carrera en el escenario poco después de que su banda empezara a preparar el terreno protegida por una banda policial que rezaba “Scene crime. Do not cross” y que el propio cantante se encargó de cortar tras finalizar el primer tema de la noche, un Devil’s haircut que, como el resto de temas, sonó a gloria bendita. Loser se hizo esperar muy poco y, si no han tenido la ocasión de ver al americano en directo, ya se lo cuento yo: verle rapear no se paga con dinero. Matrícula de honor para Bek David Campbell.
Para la medianoche quedó Vetusta Morla, un grupo que probablemente toque cerca de tu casa esta misma semana porque la cantidad de conciertos que ofrecen los madrileños es espectacular, lo que les permite, como demostraron una vez más, tener un show perfectamente rodado en el que hasta los errores están planificados. Correctos, convincentes y a por La Roux, que se encargó de llevar el electropop hasta la excelencia con su gabardina blanca y su electrizante voz.
Para el final de mi noche quedó Chvrches, pero debería haber quedado La Roux. Llámenlo cansancio por mi parte si lo desean, pero los escoceses, aunque estuvieron bien, no consiguieron encandilarme. Algo parecido a lo que sucedió con Bombay Bicycle Club. Nada que objetar, pero…
Buen festival en líneas generales, con un Beck que valió lo mismo que todos los demás juntos, la oportunidad de ver a Royal Blood con su disco recién editado y la voz de Elly Jackson (La Roux). Poco más se puede pedir salvo que la happy hour, el próximo año, dure todo el festival.
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