JOE SATRIANI

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Surfeando en el botánico.

 

Tras varios días de calor abrasador, es siempre agradable dejar aunque sea brevemente el contacto con el asfalto para aliviar los sofocos del verano. Si se puede hacer en un lugar cerca de casa, como el botánico de la Complutense -curioso lugar para un concierto-, mejor. Y si Joe Satriani ameniza la tarde-noche con su música mientras te tomas una cerveza, no se me ocurre mejor forma de hacerlo.

Con una puntualidad impropia de estas latitudes, y que nos impidió disfrutar de los teloneros  Oli Brown & Raven Eye, comenzó a sonar “Jumpin’ In”, con un sonido impecable que se mantuvo  durante todo el recital, y que sirvió para que el público disperso se centrara y fijara su atención en el escenario.  Así comenzó el concierto, sin más artificios y con el público algo frío, o quizá aplatanados por el calor. Pero conforme el sol nos iba dando una nueva tregua, las imágenes proyectadas sobre el fondo del escenario iban cobrando protagonismo, y los temas “Devil’s Slide” y “Flying in a Blue Dream” ayudaron a que la gente se animara algo más.

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A continuación vinieron más temas (sonaron casi todos) del último disco, “Unstoppable Momentum”, que con el clásico “Ice 9” y “The Crush of Love” estratégicamente situados en el medio, y con un Joe que desplegó todo su arsenal de técnicas imposibles, hicieron que la audiencia se fuera involucrando cada vez más.Gran parte del mérito de un concierto creciente la tienen los grandes músicos que acompañaban al protagonista, destacando especialmente el hoy guitarrista y teclista Mike Keneally, capaz de completar canciones a una mano con el sintetizador, o de doblar la guitarra de Satriani sin pasar apuros.

Para cuando llegó la alocada “Satch Boogie”, ya estaba el público en el bolsillo de los músicos, que siguieron interpretando temas del Unstoppable como preludio de la balada de la noche: “Cryin’”. Balada necesaria junto con el programado solo de batería para que la Ibanez de Satriani no se incendiara por el rozamiento y las duras pruebas a las que fue sometida.

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El grueso del concierto terminó con los imprescindibles “Time machine”, y sobre todo “Always with me, always with you” y “Surfing with the alien” y con la gente en ebullición. Ver “Always…” en directo ya supone la amortización de más del 50% de la entrada, en opinión de este modesto escribiente. Tras una breve parada, salieron dos payasos vestidos al estilo Miliki a cantarle cumpleaños feliz a Satriani -previamente felicitado de la misma forma por parte del público de forma espontánea-, que justo el día de hoy cumplía 58 tacos, y le regalaron una gigantesca peluca roja con la que continuó el recital. Rejuvenecido por su nuevo peinado, y buscando aún más complicidad del público interpretó “Crowd Chant”, dejando la inercia suficiente para rematar la noche con la célebre “Summer Song”, que derivó en varios minutos de aplausos al finalizar, y que sirvieron, al menos desde mi postura, para agradecerle además de la actuación, el legado que nos está dejando en forma de magníficos guitarristas y músicos en su vertiente de profesor Satchafunkilus.

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 El único pero que se le puede poner a la actuación, analizándola a posteriori, es que se echa de menos algo de improvisación, ya sea a la hora de seleccionar el repertorio (idéntico durante toda la gira), o bien a la hora de alargar o variar algún que otro tema. Esto no debería suponer el más mínimo problema para músicos de la talla de Satriani y sus muchachos. A pesar de esto, parece un valor seguro para un directo de rock instrumental.

Fernando Sánchez

 

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