NACHO VEGAS

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Tiene un ambicioso plan

El pasado sábado, el asturiano Nacho Vegas ofreció el último de sus tres conciertos consecutivos (con sus tres llenos correspondientes) en la sala Joy Eslava de Madrid. Tres conciertos tres, como ya hiciera en anteriores ocasiones, para presentar su último trabajo, en este caso, Resituación. Un disco marcadamente social y combativo por el que al asturiano le ha caído más de un palo desde que viera la luz el pasado 8 de abril.

Prepararon el terreno los sorprendentes Pablo Und Destruktion, banda liderada por Pablo García, asturiano como Vegas, dedicada estos meses a la presentación y defensa de su segundo disco: Sangrín, que publicara el pasado enero y que supone un gran paso adelante respecto al primero: Animal con parachoques. Una estupenda y (¡benditos sean!) original colección de canciones que pueden, y deberían, ir corriendo a escuchar a su Bandcamp donde, además, está disponible para descargarse al precio que cada cual considere oportuno. Sorprende la actuación, además de por las canciones (a destacar Por cada rayo que cae, con la que se despidió: “Somos los hijos de la estirpe de Odiseo […] somos los locos encerrados en sus naves: ¡pues quememos las naves!”) por la chapa que golpea enfurecido en los momentos álgidos y la guitarra acústica empleada (posición y arco) como un violonchelo, instrumento que en su versión eléctrica, en mi humilde opinión y precisamente por esa clara intención de buscar nuevas sonoridades, aportaría muchas más cosas al conjunto.

Poco después de las nueve Nacho Vegas estaba sobre el escenario.

Es posible y probable que este Resituación no sea, como se ha insistido desde diversos medios, el mejor trabajo del asturiano, pero eso no quita para que encontremos en él un puñado de buenas canciones que siguen guardando la mejor esencia y el auténtico sello Vegas, a saber: Adolfo Suicide, Ciudad vampira o el single Actores poco memorables. Hizo bien, muy bien, en todo caso, en alternarlas con su ya larga ristra de hits: Nuevos planes, idénticas estrategias, La gran broma final, Perplejidad o Gang-bang.

Presentación del nuevo material y recuento del anterior que se sostuvo gracias a La Trama Asturiana, su banda de acompañamiento formada en esta ocasión por viejos conocidos (Abraham Boba, Luis Rodríguez y Manu Molina) y nuevas incorporaciones (Edu Boas, miembro de Tachenko y León Benavente y Joseba Irazoki a la guitarra y el banjo, instrumento con importante presencia en el último LP). Una banda de lujo a la que, ocasionalmente (Polvorado, Runrún), se unió, como sucede en el disco, el coro del Patio Maravillas, centro autogestionado de la capital.

Los dos momentos más destacados de la noche llegaron al final. Para el primer bis convocó a Pablo García (líder de los teloneros Pablo Und Destruktion) y, nuevamente, al coro del Patio Maravillas para marcarse una sobrecogedora interpretación de Santa Bárbara Bendita, himno minero asturiano que quisieron dedicar, puño en alto, “a los doscientos compañeros caídos en Turquía”. “¿Qué se puede cantar después de esto?”, se preguntó, con razón, Nacho Vegas al terminar. Solo una canción no desentonaría y no desentonó: la gigantesca El hombre que casi conoció a Michi Panero, con la que cerró el concierto y a cuya interpretación se sumaron todos los asistentes.

Nacho Vegas tiene un ambicioso plan: consiste en ser uno de los escritores de canciones con mayor sensibilidad y talento de entre cuantos pisan los escenarios de Madrid. De momento lo está consiguiendo.

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