HOWE GELB + GABRIEL SULLIVAN
La experiencia es un grado
Howe Gelb es un habitual de nuestros escenarios, bien sea en masculino singular o con Giant Sand. De hecho poco antes de editar ‘The Coincidentalist’, su último trabajo, ya vino a la capital en septiembre pasado a presentar algunas de sus nuevas composiciones. En esta ocasión vino acompañado por dos músicos, siendo GABRIEL SULLIVAN, además de su batería y apoyo guitarrístico durante su actuación, el encargado de abrir la velada dominical.
El músico de Tucson nos dejó media hora en los que nombres como Tom Waits o Mark Lanegan nos vinieron a nuestra mente escuchando sus composiciones. Elegante y muy simpático, nos explicó que “ya se ha resignado a no cobrar por componer canciones” y que por ello lleva un proyecto de subir a internet una canción por día, con el proyecto, The Crucible. Dio calor a una sala un poco desangelada en cuanto a asistencia, pero que se entregó al artista principal.
No hubo mucho tiempo de parón, puesto que los instrumentos estaban dispuestos, por lo que sobre las diez y cuarto compareció el trío, siendo HOWE GELB el último en subirse al escenario. Curiosamente comenzó con lo que el mismo calificó como el “bis final” de cualquier concierto, con un tema relajado al piano. Quien pensara que eso iba a ser la tónica de la actuación, bien pronto se dio cuenta de su error. De entre las muchas ocasiones que le he podido ver, es posible que esta fuera la más eléctrica y rockera. Eso sí, dosificadas dichas píldoras entre otros momentos más “marca de la casa”.
Como músico prolífico, nos mostró composiciones nuevas y no se centró en exceso en su último trabajo, permitiendo recrearse en temas más antiguos, pero dejando en todo momento una sensación de unidad. Eso sí, los pequeños problemas técnicos con los pedales o su humor tan peculiar nos visitaron como en todas las ocasiones, solo que en esta ocasión sin romper el ritmo de una actuación realmente vibrante.
Como es quien es, hasta se permitió “la boutade” de arrancar el bis enchufando su iPhone al amplificador, para que ver una grabación de su amigo Raimundo Amador ya que en esta ocasión no podía estar en directo. Eso sí, acabada esta concesión, nos volvió a volar los oídos con un último tema poderosamente eléctrico, para despedirnos antes de que diera la medianoche. Como en un cuento de hadas. Vuelva pronto, maestro.