EBONY CODE – Sistema transgénico
Metal estridente
La banda alicantina Ebony Code, de Santa Pola, se intenta hacer un hueco en el panorama del heavy metal en castellano con este su segundo álbum, que contiene una decena de temas cuyas letras (y estilo) se alejan del rollo épico para afrontar temas más industriales, por así decirlo.
Lo que por lo visto pasaba por ser una banda de clara influencia grunge en su fundación hace más de quince años, ha acabado siendo un cuarteto de metal muy limpio, con las incorporaciones en 2008 del fino batería Juan Antonio Moya y el vocalista Antonio Meseguer, mago de los agudos, a lo que quedaba de la estructura básica, con Sergio Cañizares en el bajo y Vicente Sempere en la guitarra.
El sonido renovado por los fichajes propició la grabación de un tardío primer álbum (Renacer de 2011) que ahora deja paso a esta nueva entrega del producto Ebony Code.
Lo más atractivo del disco es en mi opinión la base rítmica, con un sensacional Moya, que construye unos cimientos sobre los que el resto de la banda suena la mar de bien, con unas correctísimas líneas de bajo y una sobresaliente presencia de las guitarras, que suenan con una distorsión muy metálica, poco rockera. El sonido es muy heavy.
Sobre todo ello, la estridente voz de Meseguer, demasiado chillón en algunos momentos, pero que afina como pocos, no sé si en directo este hombre va a ser capaz de seguirse a sí mismo con esa exigencia.
Los temas del álbum sugieren una progresión que a medio disco parece que se corta un poco: Chamanes parece que empieza fuerte, pero quiere parecer más de lo que es, y Belleza asesina y La jaula no matan.
A continuación viene lo mejor del álbum, en mi opinión, con Obligado viajero, Sistema transgénico y Siervo del miedo, intercalado el tema Marc, poco atractivo. Eso sí, los otros tres son fuertes, decididos, tres buenas piezas de heavy metal.
De cara al final del disco, lo que queda es un tanto anodino: Jaque al rey, Niños de la guerra y En mi lista negra no están a la altura de las expectativas marcadas por Siervo del miedo.
Es un disco razonablemente bueno que constituye una excelente carta de presentación para ir por ahí a tocar.