SR. CHINARRO
Nuestro amigo el especial
A veces me levanto sobresaltado en mitad de la noche. Los síntomas son siempre los mismos: taquicardia, sudores fríos y una intensa sensación de angustia: ¿por qué un tipo que toca y canta regular me parece una de las mejores cosas que le ha pasado a la música independiente (y a la dependiente) de este país en los últimos veinte años?
Conciertos como el del pasado jueves te ayudan a responder este tipo de preguntas. No son solo las letras, como me dicen los más cuando saco el tema: no pueden ser solo las letras. Mantengo la opinión, como muchos, de que estamos ante el mejor letrista nacional (sí, el mejor, y sí, he pasado la fiebre Sabina y escucho regularmente a Nacho Vegas, a J y a todos los candidatos en general), pero no son solo las letras.
Tras la cerveza de cortesía por parte de Estrella Galicia que, justo es decirlo, ha preparado una impresionante temporada de conciertos para este curso (no se pierdan a Julio de la Rosa esta semana el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar), la uniformada horda de hipsters que el malageño tiene por fans fue ocupando sus localidades: camisetas de Threadless ellos, vestiditos malasañeros ellas.
Su último trabajo centró la parte inicial del concierto. La primera del disco (El destino turístico) fue también la primera de la noche (“Se nota que tú crees en el destino… el destino turístico”) y tras La buena y Rechace imitaciones (segunda y cuarta respectivamente; Hot mothers se coló entre medias) no volvimos a saber más de Enhorabuena a los cuatro.
Comenzó entonces un nutrido y muy bien escogido repaso a su carrera que incluyó (bendito sea) canciones como El lejano oeste, Babieca, El rayo verde e incluso, en el segundo bis, cuando un servidor ya pensaba que volvería a marcharse de un concierto de Sr. Chinarro sin escuchar su tema favorito, Quiromántico, perteneciente a uno de sus mejores discos: El porqué de mis peinados. Una cuestión ésta, por cierto, que quedó sin resolver: hace ya un tiempo que el señor Luque se propuso arruinar a su peluquero y nadie sabe los motivos. Los seguidores de la primera hornada (poco numerosos en la sala) también esbozaron una sonrisa con otro de sus grandes temas pre-El fuego amigo: 0 en gimnasia, recogido en el EP La pena máxima, del año 2000.
Repaso sostenido con solvencia, mucha solvencia, por los músicos de La habitación roja: Pau Roca a la guitarra, Jordi Sapena a los teclados (y alguna guitarra ocasional) y Marc Greenwood al bajo, que le acompañan desde que los chicos de Maga abandonaran el barco del sevillano para enderezar el suyo propio. A ellos se unió el batería de Tachenko: Alfonso Luna. La selección nacional de músicos indies al servicio de Antonio Luque.
No ayudó el teatro. Un lugar excelente para ver, sorpréndanse, teatro (al menos el escrito antes del siglo XX) pero que establece una distancia entre público y músicos que no beneficia demasiado a la propuesta de Sr. Chinarro. Todo un desperdicio que alcanzó su culmen con Del montón: ni medio bailecito pudo echarse el respetable, con lo que invita la canción a ello. Los Ángeles también fue otra de las damnificadas: por mucho que me guste, me gusta menos encajonado en una butaca, qué le voy a hacer.
No son solo las letras, decíamos. Antonio Luque sabe hacer canciones. Les tiene cogida la medida, maneja un amplio abanico de influencias y no se va por las ramas. Ha creado un producto de alta calidad, personalísimo, reconocible e inimitable y ha encontrado la gente correcta a la que vendérselo. Cualquier día estudian su caso en las facultades de economía, háganme caso. Solo él puede mezclar el sonido de New Order con el del barrio de Triana y no fracasar en el intento.
El propio Antonio desveló uno de sus trucos tras ponerse íntimo con El alfabeto Morse: “¿Qué temazo, eh? Lo hice en cinco minutos, esto es lo que funciona”. Sí, cinco minutos de inspiración trabajo, una cabeza privilegiada y mucha tralla a tus espaldas. Poco más necesita Antonio Luque para hacernos felices contándonos sus penas. Vuelva usted pronto, si no es molestia.
¡Ey! ¿No agradecéis la corrección de «sevillano»? ¿De esto sirve que coincidamos en los conciertos y escribamos de lo mismo? ;))) [Just kidding…]
Agradecido queda de parte de la web y del redactor. Chasgracias.
Gracias a vosotros. Y a seguir así, buen trabajo.
Sólo bromeaba, como ya dije.
Saludos.
Gracias a ti por comentar. Un saludo.