DCODE FEST 2013
Éxito de asistencia y notable resultado en lo musical
En su tercera edición, el DCODE FEST organizado por la promotora Livenation consiguió colocar el cartel de “no hay billetes” por primera vez en su aún corta andadura. Se ha vuelto a apostar por el mes de septiembre, si bien se ha reducido la duración a una jornada y se ha recuperado el concepto de dos escenarios gemelos y un tercero para grupos emergentes. En tiempos de crisis abaratar la entrada (en este caso al concentrar los conciertos en un solo día) parece ser un acierto como muestran las cifras oficiales de 25000 asistentes, desde los más interesados por lo musical hasta los inevitables asistentes que llegan a la llamada del evento social de la despedida del verano- inicio de la temporada de otoño. Sin embargo si es necesario reseñar que hubo problemas logísticos más allá de los habituales en concentraciones con esa cantidad de personas.
El escenario pequeño no fue muy visitado lo que dejaba un movimiento constante de personas en los pocos metros de distancia entre los “gemelos” y al haber dos torres de sonido, este, que fue bastante nítido en todo momento, flaqueó si no te posicionabas en la línea recta a cada uno de los escenarios. Esos pequeños movimientos de gente dieron como resultado una gran aglomeración continua en la zona principal del festival, dificultando la comodidad en el disfrute de las actuaciones (algo básico y que no siempre se tienen en cuenta). Sin respiro entre los conciertos de los escenarios DCode y Heineken, se produjeron tremendas colas tanto en las barras como en los servicios (que padecieron más las mujeres que los hombres, como de costumbre). Además, la decisión de no dejar salir del recinto una vez dentro tampoco ayudo a la afluencia en las primeras actuaciones, ya que además hizo un tiempo extraordinario, algo que la gente aprovechó para beber en los alrededores y ahorrarse algo de dinero.
Si se pulen estos detalles, que no son baladís aunque se acierte en la configuración del cartel musical, la ciudad de Madrid podrá tener por fin un festival estable del que poder presumir, en estos tiempos en los que, por desgracia, las salas de conciertos van desapareciendo del mapa. Lo que viene a ser un oasis en el desierto. Una vez hechas las consideraciones generales pasemos a lo musical.
A las cinco de la tarde, los ganadores del concurso para bandas BDcoder, FUCKAINE, arrancaron el festival en el escenario Heineken. Media hora en la que poder presentar sus credenciales ante las primeras personas que se acercaron al Complejo Deportivo Cantarranas. Desparpajo y guitarras aderezadas con teclados para darle un toque bailable a su propuesta, que seguro que luce más en salas pequeñas.
Algo parecido ocurrió con los murcianos VARRY BRAVA, que buscan la diversión en los ritmos bailables que a las cinco y media de la tarde no dieron todo el juego posible. Se les nota rodados en la carretera, pero les falta un punto de mala leche para lograr cautivar más allá de un par de canciones resultonas.
IZAL, sin embargo, fueron los ganadores del fervor del público en la franja horaria de la tarde. Sería de necios negar su parecido con Vetusta Morla, y con ese nicho de mercado pueden llegar lejos, visto lo visto. Melodías pegadizas, el uso del castellano para que los estribillos se graben a fuego en sus seguidores y un cantante con cierto carisma y voz reconocible. No sorprendieron a los que no les conocíamos, pero tampoco molestaron.
Para un servidor el gran triunfador del sábado al sol fue JOHN GRANT. El ex vocalista de The Czars ya nos cautivó con su disco ‘Queen of Denmark’ hace un par de años y en el reciente ‘Pale Green Ghosts’ deja la melancolía para abrazar el hedonismo electrónico sin salir mal parado del cambio como pudimos comprobar con temas tan redondos como “GMF” o “Glacier”. Su conocimiento del castellano ayudó a que empatizara con aquellos que se quedaron a verle por curiosidad. Una voz cautivadora que se despidió con la solemnidad de “Queen of Denmark” un temazo “en Pekín y en Pekón” incluso sin tener las mejores condiciones para disfrutarlo. Grande.
L.A. también llevan ya dos o tres años a punto de dar el salto a la Primera División del “indie” nacional. No descarten que recurran al viejo truco de cambiar el inglés por el español para lograrlo. Sería una pena porque mimbres en la actualidad tienen para llegar a un gran público, que les abrazaría de ser de otro país. Los sinsentidos de la piel de toro. En su concierto se notó que el público más rezagado empezaba a tomar posiciones y su rock macarra, pero elegante convenció a los presentes. Yo opté por dejarme caer un rato (que finalmente fue el único) por el escenario Campus Live para ver a los italianos GIUDA, que me gustaron mucho en un pasado Funtastic Drácula Carnival, y que no defraudaron. Son como AC/DC pasados por el tamiz garajero, con un frontman que sabe de qué va el asunto y a los que su uniformidad (chaleco y pantalón vaquero y camiseta blanca) les confiere una imagen muy potente. Grupo a seguir.
Y el primer gran baño de masas de un grupo se lo llevaron Santi Balmes y los suyos, LOVE OF LESBIAN. Un grupo que con sus dos últimos discos (la base de su actuación) han logrado ingresar en esa Primera División sin discusión. Mucho dirán que justo en el momento en el que su propuesta musical no es lo más interesante dentro de su carrera, pero los gustos del público son inescrutables. Santi se mueve como pez en el agua, se nota que lleva dentro ese alma de líder, no sólo de su banda, sino de sus seguidores y estos le responden con los ojos cerrados. Yo me quedé en ‘1999’ así que agradecí escuchar “Segundo asalto” con la colaboración de Eva Amaral así como “Club de Fans de John Boy” y “Algunas plantas”, que hubiera sido perfecta para concluir. Pero está claro que “Fantástico” es el tema de moda tras ser usado en el anuncio de una cervecera catalana y fue el elegido para cerrar con su hora de actuación.
FOALS también están en su mejor momento de popularidad tras la edición de ‘Holy Fire’, pero han perdido un punto de frescura y originalidad. El show tuvo mucho de visual en el apartado de iluminación y así Yannis Philippakis y sus cuatro compañeros se pudieron centrar en lo suyo, en la música, sin ningún alarde innecesario. Sonaron compactos pero sin emoción. Apenas conecté cuando sonaron “Olympic Airways”, “Spanish Sahara” y un sobresaliente “Two Steps, Twice”, que concluyó una actuación muy corta (nueve canciones) y en la que a pesar de estar avisados, se echó mucho de menos “Cassius”. Nunca entenderé a las bandas que reniegan de sus primeros éxitos y los eliminan del repertorio en pos de canciones nuevas que no dan el tipo. Cumplieron y seguramente se llevaron nuevos seguidores en la mochila.
Turno para uno de los dos grandes reclamos internacionales de esta edición, los neoyorkinos VAMPIRE WEEKEND. Un telón con flores fue el único complemento que aportaron los cuatro músicos capitaneados por Ezra Koenig. Ellos han mantenido el tipo con tres discos muy interesantes y con más pros que contras, pero sin embargo no terminan de cautivar en directo. Igual le pedimos más de lo que pueden dar y debemos conformarnos con la perfecta interpretación de sus canciones, pero si quitamos los momentos más bailables (rozando la comparación con Ska-P, todo sea dicho), hubo cierta sensación de monotonía. O quizás fue el orden elegido para el repertorio, porque arrancaron a por todas con “Diane Young”, “White Sky” y “Cape Cod Kwassa Kwassa” cada una de sus tres álbumes, en perfecta representación de lo que ocurriría en el concierto, un reparto casi equitativo entre todos. Luego no podemos decir que estuvieran mal, pero no remataron la jugada. Y eso que “Horchata”, “Cousins” u “Oxford Comma” hubieran revivido a un muerto (que es lo que era yo tras casi nueve horas danzando por Ciudad Universitaria), pero la valoración global se queda en un bien alto.
AMARAL llevan unos años coqueteando con el público “indie” después de haber conquistado a los amantes de las radiofórmulas. Y el caso es que la calidad de la propuesta no debería medirse por esos baremos, pero lo hacemos. De cualquier manera, esa calidad se impuso sobre los recelos que pudiera haber menos por aquellos que no pueden superar sus ideas preconcebidas en esto de la música. Era el último concierto de la gira ‘Hacia lo salvaje’ y el único concierto del año en España (descontando algún showcase o concierto acústico puntual) que ofrecía la banda de Eva Amaral y Juan Aguirre a los que en directo se les unen Chris Taylor (bajo) y los Sexy Sadie Jaime García Serrano (guitarra) y Toni Toledo (batería). Eva es un torbellino sobre el escenario y se le vio especialmente motivada y aunque no he seguido mucho sus dos últimos discos, reconozco que disfruté con “El universo sobre mi” y “Estrella de mar”, que no considero en absoluto “guilty pleasures”. Es cierto que el tema nuevo que estrenaron “Unas veces se gana y otras se pierde” no tuvo mucho “punch” y que el final con “Revolución” y el trozo del “Héroes” de Bowie pasado por el tamiz de Parálisis Permanente no fueron muy acertados, pero convencieron a propios y extraños.
Y el momento más esperado de la noche tras cuatro años largos de ausencia de los escenarios madrileños llegó de la mano de FRANZ FERDINAND. Una década, cuatro discos y ningún resbalón, a pesar de tener a media profesión con la guillotina preparada para cortarles la cabeza. Son casi infalibles en directo y en esta ocasión no fue menos. Tienen una máquina de fabricar éxitos y aún no se les ha estropeado. Empiezan con “No You Girls” y “Right Action” y esta parece un clásico más. Es evidente que el ambiente se caldeaba cuando aparecían clásicos de verdad como “Do You Want To”, “Tell Her Tonight”, “The Dark Of The Matinée” o “Walk Away”, pero Alex Kapranos, Nick McCarthy, Roberty Hardy y Paul Thomson no bajaron el pistón en ningún momento, dejando claro que crean en sus nuevas canciones. También es cierto que la canción del festival fue sin duda “Take Me Out”, que sigue siendo el mayor rompepistas de la última década, pero tuvo su gracia el trozo del “I Feel Love” de Donna Summer que intercalaron en “Can’t Stop Feeling” o “Love Illumination” la mejor de las nuevas que tocaron. La mayor demostración de que eran el mayor reclamo es que se fueron a los noventa minutos, que quizás se hicieron largos más por comparación con el resto de grupos que por deméritos suyos. Baza segura.
Y mientras buena parte del público tomaba la salida y colapsaba el transporte público (buses y taxis) que se mostró insuficiente a pesar de los refuerzos, me di el gusto de ver a CAPITAL CITIES para ver si había cambiado algo de su puesta en escena con respecto a la edición del año pasado, habida cuenta de que no han editado nuevo material. Me sorprendió el comienzo con el “Breathe” de Pink Floyd, que no sería la única versión de la noche (Stayin’ Alive”, “Nothing Compares 2 U” y “Holiday” también sonaron), pero luego todo derivó en la fiesta que se necesitaba a esas horas de la madrugada que alcanzó su pico máximo con “Safe And Sound”, con la que tanto han triunfado al otro lado del océano. No han descubierto la pólvora, pero fueron muy efectivos.
Y así, cerca de las cuatro de la mañana, doce horas después de haber recogido mi acreditación, puse rumbo a casa con buenas sensaciones que esperemos se confirmen en la edición de 2014 si se palían los problemas que comentamos al comienzo de esta crónica. Madrid necesita el mejor DCODE posible. Espero que la organización sea consciente de ello y trabaje para lograrlo.