PRIMAL SCREAM
Misa electronica en La Riviera
La trayectoria de estos ingleses no tiene parangón. En 1987 sacan su primer disco. De ahí en adelante, no hay década que se les resista.
El otro día, en una entrevista, Gillespie, refiriéndose al Screamadelica, decía – “Sí, es un gran disco, pero siempre hemos estado ahí”-, dando a entender, con toda la razón del mundo, que nunca han dejado de estar en el candelero. De hecho, su último disco (“Beautiful future”) seguía sonando fresco cual lechuga. Una especie de pacto con el diablo, del que todos salimos beneficiados.
“Screamadelica” llegó a principios de los noventa a través del mítico sello Creation, hermanando el lenguaje del techno con el del rock. Aquello, para algunos disparatado, para otros maravilloso, supuso un antes y un después en la influencia musical anglosajona, y es por ello que la banda ha decidido volver a sacarlo a paseo.
Cuando uno va a un concierto sabiendo lo que se va a tocar, las dudas comienzan a rondar por la cabeza: ¿Cuáles de sus éxitos tocarán? ¿Lo harán antes o después de retomar Screamadelica? Servidor piensa que, en ese aspecto, la banda fue bastante inteligente, pues, ¿Qué mejor que empezar con “Accelerator”? Querían calentar al personal, para luego, conducirlo al éxtasis, y así fue. Una media hora inicial apabullante repleta de éxitos dejó boquiabierta a la audiencia (desde “Country girl” a “Rocks”, pasando por “Swastika eyes” o “Burning wheel”). No sería descabellado afirmar que la potencia de las guitarras, sabrá dios por qué, no destacaba lo deseado, mermando, en cierta manera, esa primera parte, presumiblemente arrolladora.
-Fifteen minutes, and we´re back with Screamadelica- advirtió Gillespie, enfundado en una camisa indescriptiblemente sexy. Pues era cierto. A los quince minutos, la maravillosa “Movin´ on up” empezó a sonar, todo sea dicho, sin la presencia física de coros femeninos, que sí estuvieron presentes virtualmente, gracias a las nuevas tecnologías. Continuaba la fiesta: “Slip Inside This House” y “Don’t Fight It, Feel It” provocaron una sensación liberadora en el personal, que parecía ser transportado a otras latitudes (si lo hicieron con trampas o no, eso ya lo sabrá cada uno).
El orden de los factores no alteró la suma, ya que “Damaged” fue tocada después de las antes citadas, reservándose así la banda un tramo final catártico. Imagínense oír seguidas: “Shine Like Stars”, “Inner Flight”, “I’m Comin’ Down” y «Higher Than the Sun”. Fue entonces cuando empezaron a salir los duendes albinos de cada una de las estrellas del firmamento. La gente se elevaba, sonreía, se abrazaban. Sonó “Loaded” y Mani tenía ocho brazos, y Jimmy Hendrix apareció para darnos un beso, el beso universal del verano del amor.
Ahí no acababa la cosa. “Come together” fundió a la masa en un rosario de alegría y alboroto. Estábamos todos juntos, la tierra giraba. Nos daba todo igual. El mundo era una masa calórica y uniforme. “Vive y deja vivir” parecían decirnos los ángeles albinos, mientras despegaban sus alas doradas para emprender el vuelo de regreso.