PRESENTACIÓN FESTIVAL GETAFE EN VIVO

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El festival En Vivo 2010 organizado por Last Tour International pinta de puta madre

Jueves a primera hora. No he pegado ojo, un virus intestinal me ha amargado la noche, no daré más datos por respeto a la sensibilidad del lector. El caso es que no me atrevo a echarme a las tripas ni siquiera un puñetero café, y en este estado lamentable me meto en el coche a eso de las diez de la mañana y pongo rumbo a la capi para asistir a la rueda de prensa de presentación del Festival Getafe En Vivo 2010, cita en la que, informa el mail a los medios, los gallegos Siniestro Total “presentarán los temas de su nuevo álbum Country & Western”, que los de Julián Hernández han grabado en Houston. “Al finalizar el acto se servirá un refrigerio a los asistentes”.

Siniestro Total. Qué años aquellos. Recuerdo un concierto a finales de los 80 en que un coleguita recibió un botellazo en mitad de la chola mientras los gallegos berreaban “más vale ser punkie que maricón de playa” en lo alto del escenario. Recuerdo el “Cuándo se come aquí” y el “Menos mal que nos queda Portugal”, pillados ambos por correo a través del puto B.I.D., y pinchados a todas horas en mi cueva adolescente en un equipo compacto Phillips de sonido infame. Mientras trago kilómetros por la A-5 con mi AUDI 80 del 93 –un carraco que tengo desde hace un par de años y que ha operado en mi vida personal y profesional los mismos efectos que tener la polla de un par de centímetros más larga–, suenan a todo volumen en el loro mis últimas adquisiciones, todos elepés de artistas de los que se dicen de “rabiosa actualidad”: Bobbie Gentry, Waylon Jennings, Roy Orbison, el “Spirit in the dark” de Aretha… ¿Qué coño deben hacer a día de hoy los Siniestro? ¿Seguirán en esto por la música? ¿Por la pasta? ¿Por pura inercia? ¿Merecerán la pena sus discos? ¿O los mismos serán simplemente una excusa para festivalear y hacer alguna que otra telegala? Esto es lo que me ronda la cabeza cuando llego a Madrid, esto y que la ocasión –presentación de un disco a mediodía como postre a la presentación de un festi– no es a priori la más propicia para salir de dudas.

Llego puntual al Galileo Galilei –estábamos citados a las doce– y me recibe la que parece llevar la voz cantante en la producción del acto. Parece que en nuestro país la buena imagen de lo que sea sigue dependiendo de que el evento esté amueblado de tías buenas, y he de decir que me sucede a mí con este asunto como a un colega con el boxeo: cierto, puede que el espectáculo sea atroz, deplorable, inmoral o lo que se quiera, pero no seré yo quien proteste y, es más, lo disfrutaré mientras se me permita hacerlo. Así que la chica de los ojos saltones me entrega el dossier de prensa del festival y me guía solícita hasta una de las mesas situadas frente al escenario, y yo me siento y comienzo a hojear diligentemente el documento. Debemos habernos reunido allí unas ciento y poco personas entre periodistas, músicos, famosuelos y profesionales del sarao adictos a la gamba con gabardina, y mientras hago disparos de prueba para afinar los ajustes de la cámara, aparecen Julián Hernández, Fito Cabrales, Xabier Arretxe –director de Last Tour International– y Pedro Castro, el alcalde de Getafe, que luce la única corbata de la concurrencia. Que comience la rueda de prensa.

Pedro Castro nos cuenta que el excelentísimo Ayuntamiento de Getafe ha decidido invertir en infraestructuras para convertir el recinto Open Air en un espacio estable y consolidar a su vez el Festival, dicho lo cual le rula el micro al Señor Cabrales–gracias por apostar por la cultura y también por la brevedad, señor Alcalde–. Compruebo que al Fito lo rodea ya un aura de estrella consagrada, la peña lo trata con un respeto deferente, aunque él sigue mostrándose asequible y cercano, un tipo majo y con los pies en el suelo. Lo que ha conseguido el Fito tiene un mérito enorme, y en mi opinión lo ha hecho sin perder un ápice de credibilidad. Las cifras de espectadores de sus giras son de fliparla, y ante eso no queda sino quitarse la gorra. Fito dice que no tenía pensado hacer festivales este año, pero que decidió participar en el Getafe En Vivo 2010 para apoyar a la que es también su promotora, Last Tour International, cosa que le honra, pues sabe que su presencia en el cartel se reflejará en miles de abonos vendidos. Pero es que además, el trabajo que han hecho los de Last Tour durante los últimos años es acojonante, convirtiéndose en una de las empresas más fiables, en una garantía de calidad tanto para las bandas como para el público, así que toca alegrarse por ellos. Después de Fito habla Arretxe, el representante de Last Tour, y nos pone al día de cómo va el asunto. La verdad es que el festi pinta de puta madre. Se ha sembrado la explanada del Open Air de hierba para que no se levante la polvareda que tanto molestó en otros cipotes allí celebrados. El buen sonido está asegurado, y se nos promete que los servicios –barra, acampada, transportes sanitarios– funcionarán a la perfección. La venta de localidades va a buen ritmo y ya se han superado los 25.000 abonos, así que la cosa promete. Los de Last Tour, insisto, son unos profesionales como la copa de un pino, y apuesto a que acabarán convirtiendo el En Vivo en el festival de referencia del “rock estatal”, que lo llaman.

El último en hablar es Julián Hernández. El nuevo disco de la banda se ha grabado en Houston. El título, “Country & Western”, es más un guiño a su galicia natal –el país más al oeste de las españas– que una declaración estética. El resto de lo que dice el líder del grupo es indescifrable, aunque debe tener su gracia, pues la peña se descojona. Lo cierto es que, con los años, el Hernández me va recordando cada vez más al difunto Antonio Ozores –que en paz descanse–, se dan un aire. Fin de la rueda de prensa. Que comience el “showcase”.

Mientras preparan el escenario para la actuación, en la otra punta de la sala se abre la barra y la práctica totalidad de los asistentes se atornilla a la misma para empinar el codo y llenarse los carrillos de los siempre socorridos loncheados de jamón y queso, ya es la hora del aperitivo. A continuación, ante poco más de una docena de sufridos fotógrafos, los Siniestro despachan con prisa desganada cuatro temas del álbum, el más contundente de ellos el que lleva por título “Los putos amos”. ¿Qué rollo deben hacer a día de hoy los Siniestro? ¿Seguirán en esto por la música, por la pasta, por inercia? Preguntas que quedan esta vez sin contestar. Pero apuesto a que el grupo aparecerá en todos los programas de La Sexta, en el del Buenafuente, en el del Wyoming –si no lo han hecho ya, lo cierto es que no tengo tele–… Me jode un poco pensar que los Siniestro, a los que tanto cariño les tuve, puedan acabar convertidos en algo así como los “Mojinos Escozíos” de los progres enrolladetes, semi-ilustrados y guays. Es ciertamente difícil envejecer con dignidad en esto del rock, vaya, y si no que se lo pregunten a Van “El Corte Inglés” Morrison.

Los gallegos se bajan aliviados del escenario. Yo me jinco dos birras –“Carlsberg”, puaj– y al poco me da un apretón salvaje y salgo disparado al baño. Casi me jiño encima esperando a que salgan de dentro tres mendas a los que oigo reír y aspirar sonoramente unas clenchitas de farlopa, postre previsible al frugal tentempié. Después entro, hago lo mío y decido ahuecar el ala, no sin antes chuparme de un trago la tercera birra con la esperanza de que me arregle el espíritu y el cuerpo. Ya en la calle, me digo que mejor será volver a casa cuanto antes y aplazar los compromisos de la tarde “por motivo de enfermedad”. No quiero ni imaginarme lo que me puede deparar la jornada si sigo empeñado en sobreponerme a esta puta pirrilera. Mañana, efectivamente, será otro día. Seguramente más propicio que el de hoy para intentar rocanrolear.

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