VIVA ANTONIO HOMENAJE A ANTONIO VEGA
Un feliz recuerdo desde el mas hondo carino
El escenario desierto. En el centro, un micrófono desnudo y detrás la imagen de Antonio. Al compás de las delicadas e inquietas notas de “3000 noches con Marga” fueron desfilando ante nosotros en un emotivo carrusel diferentes momentos de su vida, agolpándose unos tras otros a la vez que iban despertando en cada uno de los presentes nuestros propios recuerdos, memoria de un ser muy querido por todos. Un arranque impactante para lo que iba a ser una noche memorable.
Antonio Vega ha creado algunas de las canciones más emocionantes que puedan escucharse, canciones que las oyes y se te quedan dentro, llegan a ser parte de ti. Su voz, su guitarra, su poesía… su elegancia. Algo que sus compañeros de profesión siempre han reconocido también, porque Antonio es de esos artistas que siempre ha contado con la admiración y el respeto de todos dentro del mundo de la música, tanto del público como de los profesionales. Desde los más veteranos a los principiantes, siempre que tuvo ocasión compartió su arte con todo el que pudo. Y allí estaban todos para recordarle una vez más – bueno, los que pudieron, claro; porque muchos más son los que hubieran querido y no pudieron, ya que hubiese sido imposible reunir a tanta gente a la vez. En todo caso, se puede considerar como un logro excepcional el cartel que se pudo completar, tan variado como extenso.
La banda que le acompañaba en los últimos tiempos – con su inseparable Basilio Martí al frente controlando los teclados, Toni Jurado tras la batería, Luismi Baladrón al bajo y Jorge D’Amico junto a Ricardo Marín en las guitarras – arrancó con la primera de las veintisiete canciones que se interpretaron a lo largo de la noche, “La última montaña”, con Ricardo abriendo el elenco de cantantes. Luego se fueron sucediendo uno tras otro los amigos de Antonio, empezando por un Gran Wyoming que venía hecho un pincel y que, tras hacer las presentaciones, le puso todo el entusiasmo (ya que cantar nunca fue lo suyo) a una espléndida canción, aquella que abría el primer disco de Nacha Pop. “Antes de que salga el sol” sonó – como casi todas, la verdad – muy distinta, y es que la voz tan personal de Antonio es una parte fundamental de sus canciones. Tampoco Pau Donés logró llegar a producirnos la emoción que se llegaba a sentir escuchando al autor de estos temas, pero es que eso es tan difícil… Eso sí, tuvo el detalle bonito de poner una nota de color, lanzando claveles al público, y dio paso a Germán Coppini, muy enérgico en una interpretación que la banda, impecable toda la noche, acompañó con la misma fuerza. Le siguieron José María Granados y Carlos Rodríguez (Mamá), otros compañeros de camino desde los ochenta que también recuperaron esa época, la de Nacha Pop, en la que compartieron tantos momentos.
Uno de los momentos previsibles de la noche era la aparición de Teo y María, para hacer “Una décima de segundo”. Sin banda, sólo piano y voz – aunque la de María apenas se oyó. Nos sonó muy familiar, pues Teo había grabado el piano original de la canción hace más de veinte años y, ya como Cómplices, la incorporó en su repertorio a raíz de haberla grabado para aquel homenaje que se hizo en 1993 a Antonio (que él mismo agradeció pero tampoco terminó de entender muy bien, cosa nada extraña a la vista de la foto de portada y del título que llevaba aquel disco, nada acorde con la realidad ya que nunca fue “ese chico triste y solitario”: está claro que amigos tenía muchos y lo suyo no era tristeza – podrían ser otras cosas pero tristeza no, desde luego). También Tam Tam Go! participaron en aquel tributo, abriéndolo entonces con la misma pieza que sonó aquí, una “Desordenada habitación” muy recogida, plena de sosiego y casi desnuda, sólo con dos guitarras y la cálida voz de Nacho Campillo.
Tras esta parte más íntima y tranquila, volvió la intensidad rockera al escenario con los Burning al completo. Comandados por ese Johnny, uno de los más genuinos supervivientes que sigue en la brecha tras sus gafas y su piano después de más de treinta años (y que sabe demasiado bien lo que es ir perdiendo compañeros de viaje), dieron cuerda a los “Relojes en la oscuridad” que proyectados sobre el escenario acentuaron la sensación de urgencia que encierra esta gran canción. Santiago Alcanda, gran amigo y periodista, no pudo evitar emocionarse al leer unos textos de Antonio, escritos al vuelo mientras charlaban los dos; se llevó un gran aplauso, bien merecido, y nos dejó de nuevo con la banda residente sobre el escenario para arropar una de las pocas pero muy destacadas invitadas femeninas: Cristina Narea, que ha estado ahí desde los tiempos de Nacha; “Hablando de ellos” llenó el Palacio con su dulce voz y su gran presencia. Luego fueron saliendo otros amigos más recientes, que llegaron mucho después pero también fueron muy cercanos, como Nacho Béjar primero y Shuarma después, cumpliendo cada cual en su estilo con el tema elegido, y de maneras bastante diferentes uno de otro, lo que fue la tónica natural de todo este recital.
Otro momento para el recuerdo fue la aparición de Aurora Beltrán: muy adecuada la elección de “Ángel de Orión”, a la que imprimió una luminosidad escalofriante con su brillante voz; después de esto, la cuota de baile a cargo de La Unión no nos movió tanto como ellos hubieran deseado, y aunque la intención de llevar la canción a su terreno fuese buena, el resultado de esta lectura fue más bien prescindible (además, debo hacer aquí un inciso para decir que el comentario de Rafa sobre las adicciones me pareció totalmente fuera de lugar). Más acertado estuvo Coti, que logró alcanzar una razonable convicción en su interpretación, antes de dar paso a otro periodista y amigo, Rafael Abitbol, que también recordó de forma emotiva una vida entera compartida junto a Antonio.
Andrés Suarez y Paco Cifuentes fueron probablemente de los que más ímpetu pusieron en su reconstrucción a dúo de “Anatomía de una ola”; uno de los momentos más poderosos gracias a los más jóvenes, sin duda espoleados por la inmejorable ocasión de devolver al maestro tantos favores recibidos. Y qué decir de Rosario: puro sentimiento y pasión… Clamando con las manos y los ojos al cielo, ahí donde se le han ido yendo los Antonios. ¡Qué arte tienes, Rosario! Lo de Quique González, de quitarse el sombrero también, empezando por el gesto de hacer retirar, “para que se vea bien a esta pedazo de banda”, la pantalla que parcialmente les ocultaba, y desde luego por su muy voluntarioso “Con tal de regresar”, todo corazón.
Coque Malla cogió el relevo delante del micro para traernos “Seda y hierro” sobre un adecuado fondo de nubes y piedras (tal vez por ellas resultase algo desdibujado y tropezase un poco con los versos), y después le cedió el protagonismo a Carlos Tarque (M Clan), elegante de verdad en todos los aspectos, que tuvo una acertada intervención con “A medio camino”; un tema que quedó francamente bien con su voz. Con gran placer y un poquito de ironía, Carlos pasó el testigo a un eternamente joven Miguel Ríos que también hizo un sentido y muy cabal comentario (“Antonio, tus compañeros somos tus primeros fans”) y luego, en el papel de patriarca, nos dio a todos un par de lecciones acerca de cómo estar sobre las tablas – cosa de la que, no lo vamos a descubrir ahora, va evidentemente sobrado.
Sin duda el momento culminante de la noche llegó cuando subió al escenario Carlos Vega. El único nombre del cartel que no diría nada a quién no reparase en el apellido, el único que no se dedica a la música, era el más esperado en esta ocasión. Con una increíble entereza, el hermano de Antonio tuvo el enorme valor de tocar y cantar admirablemente para el público más numeroso y atento que probablemente le observará jamás. Escuchar “Lucha de gigantes” en esa voz tan sobrecogedoramente parecida a la de su hermano fue el mayor placer que pudimos tener: cerrando los ojos, se podía llegar a creer que, esta vez sí, le estábamos oyendo cantar de nuevo para nosotros. Acompañado, por si fuera poco, por Manolo Villalta a los teclados (que tantas veces tocó con Nacha, incluido el disco en directo de despedida) y por un efervescente Paco Simón (Red House) que sacó de su guitarra toneladas de punteos rebosando sentimiento, Carlos puede estar totalmente satisfecho en su empeño por hacer de esta convocatoria un acontecimiento digno de la ocasión.
Después de esto, poco más podíamos esperar, pero aún quedaba algún regalo más para Antonio: ante la sorpresa de muchos, los Carmona volvieron a subirse los tres juntos a un escenario para rescatar ese “Se dejaba llevar por ti” que muchos conocen más en esta su versión que por la original (algunos incluso siguen sin saber que no es de Ketama, sino que ellos la grabaron con motivo de aquel extraño e irregular homenaje ya mencionado). Manolo García, fiel a su ser, derrochó emoción y nervio, encandilando al público con esa aparente facilidad suya que sin embargo tanto cuesta conseguir – aunque se despistase también un poquito mirando al atril… Y salió Enrique Morente. Silencio. El “Ángel caído” bajando del cielo y la voz del genio granaíno resonando en todo el auditorio, majestuosa, con un poderío inigualable. Sobran palabras.
Sin tiempo apenas para reponernos de tal impacto, reaccionamos ante la presencia en escena de Alex de la Iglesia (siempre oportuno cuando rondan demonios cerca) que tranquilizó a quien hubiera podido pensar que también iba a cantar, aclarando que sólo le habían pedido que presentara a los últimos invitados, los que no podían faltar: sus tres compañeros en la formación original de Nacha Pop. Ñete, Carlos Brooking y su primo Nacho (con las hermanas Narea, Cristina y Paula apoyándoles en las voces) nos dieron la alegría de volverles a ver juntos, y justo ese fue el momento en que más se echó de menos a Antonio. Pese al esfuerzo y el cariño evidente al mirar “Atrás”, esa canción que tanto le gustaba sonó quizás más huérfana que ninguna esa noche precisamente por ver a los Nacha por vez primera sin él. Para intentar compensarlo, al fin surgió la voz añorada con “El sitio de mi recreo”, en una de sus últimas grabaciones, que fue un auténtico regalo para los fans (aunque a mí, sinceramente, pese a gustarme el detalle me resultó un gesto algo forzado). Al final, no podía quedar otra manera de terminar: el escenario se pobló con todos los que lo habían ido visitando para despedirse, dejando cantar al público la última, la que todo el mundo esperaba…
Quedó muy claro. Antonio, nunca te olvidaremos.
SETLIST: Intro Video: 3000 Noches Con Marga / LA BANDA La Última Montaña / EL GRAN WYOMING (presenta a la banda) Antes De Que Salga El Sol / PAU DONES Háblame A Los Ojos / GERMÁN COPPINI Enganchado A Una Señal De Bus / MAMÁ Persiguiendo Sombras / CÓMPLICES Una Décima De Segundo / TAM TAM GO! Desordenada Habitación / BURNING Relojes En La Oscuridad / (Santiago Alcanda) / CRISTINA NAREA Hablando De Ellos / NACHO BÉJAR Mis Dos Amigos / SHUARMA Océano De Sol / AURORA BELTRÁN Ángel De Orión / LA UNIÓN Lo Que Tú Y Yo Sabemos / COTI Cada Uno Su Razón / (Rafael Abitbol) / PACO CIFUENTES y ANDRÉS SUÁREZ Anatomía De Una Ola / ROSARIO El Sitio De Mi Recreo / QUIQUE GONZÁLEZ Con Tal De Regresar / COQUE MALLA Seda Y Hierro / CARLOS TARQUE A Medio Camino / MIGUEL RIOS Tesoros / CARLOS VEGA Lucha De Gigantes / KETAMA Se Dejaba Llevar Por Ti / MANOLO GARCÍA Esperando Nada / ENRIQUE MORENTE Ángel Caído / (Alex de la Iglesia) / NACHA POP Atrás / ANTONIO VEGA El Sitio De Mi Recreo / TODOS La Chica De Ayer.