KITTY, DAISY y LEWIS
Guateque para bobos o musicos de futuro
Sigo sin tragar con la reciente moda de la musica en vivo. No me considero un intransigente que quiera que en los conciertos solo estemos los cuatro colegas que llevamos acudiendo a las salas desde hace la tira de años cuando en conciertos como este hubieramos sido cuatro gatos, sino porque no soporto la pose y la nineria que arrastra el que ir de concierto este de moda. El recital de estos tres jovenzuelos ingleses fue el ejemplo perfecto de lo que hablo. Una sala a reventar por cabezas huecas que abarrotan todo aquello que los medios les digan que han de reverenciar, por el simple hecho de estar en la onda y cubrir el expediente, echarse unos bailes con sus gafas de pasta, sus polos de rayas y sus putos flequillos de lado. Desde que Amy Winehouse redescubrio el soul para las masas, resulta que la musica aneja ha pasado de ser viejuna para convertirse en cool para un punado de ninatos y no tan ninatos pero igual de influenciables que solo saben seguir las modas y consumen la musica cual chupa-chups, utilizandola como escaparate social. Y tras aplaudir cual bobos a Eli Paperboy sin saber siquiera tararear el Dock of the bay de Otis Redding, o vestirse de rockeros porque les han vendido la imagen 50s de Imelda May como el estilismo de moda, ahora tocaban Kitty, Daisy Lewis, porque en la revista de tendencias de turno debieron ponerles la retahila de etiquetas convenientes para que pareciera un evento lo suficientemente atractivo. Pero claro, donde ellos ven al ultimo boom del rollo retro-super-mega-vintage-como-mola-el-rollo-pin-up, yo veo a tres hermanos muy verdes a la hora de interpretar sus versiones de clasicos del swing, rockabilly, country y jump blues, para no quedarme yo tampoco corto de etiquetas. Por eso, cuando tocan Going Up The Country, la tonteria se dispara a base de bailes pseudo twist aprendidos de los movimientos de Travolta en Grease, creyendo estar meneandose al ritmo del ultimo single de moda, sin saber, pobres incautos, que el tema lleva la firma de Canned Heat desde 1968. Supongo que tampoco ninguno se acercaria al puesto de merchandising a comprar el doble album que por apenas 10 euros, los propios Kitty, Daisy Lewis han recopilado con sus influencias Para que A quien le interesa un viejo bluesman como Rufus Thomas que no suena en Radio 3 ni sale en las fotos del Rockdelux Gestos como ese evidencian que el bagaje de estos chavales background para que me entiendan los ya citados lectores de panfletos de tendencias es inmejorable, aunque su manera de trasladarlo a las tablas deje aun bastante que desear. Su multi-instrumentalismo no suple que su ejecucion sea aun limitada en tecnica sus solos de guitarra y armonica fueron para bostezar y, sobre todo, en fuerza, pues si algo eche de menos en las interpretaciones de los hermanos acompanados casi siempre por sus padres a la guitarra y el contrabajo es garra, las canciones sonaban vacias, sin alma, sin la sangre del blues ni la adrenalina del swing. Pese a todo, es encomiable el esfuerzo de unos chicos tan jovenes por recuperar un legado musical tan glorioso, que esperemos sepan hacer sonar en condiciones en el futuro. Eso es de agradecer Solo espero que en el futuro no se enfrasquen en esos aburridos reggaes en los que les acompano el veterano trompetista jamaicano Eddie Tan Tan Thornton y mantengan viva la llama y la sinceridad de la musica que se nota que aman y han mamado desde la cuna. Demosles un voto de confianza, y esperemos que los posturitas y modelitos pronto se olviden de ellos cuando llegue la siguiente corriente a seguir. Mientras tanto, y para que me entendais en vuestro idioma, queridos gafapastas y familia, esto fue un hype en toda regla.