LOS ILEGALES
Érase una vez cuando el cuero y la gasolina
Cuentan las lenguas antiguas que ha no muchos años algunos valientes caballeros salían al escenario armados con chupas de cuero, imperdibles y herrajes varios, con el único fin de batallar hasta dejar sin vida al contrincante. Estos caballeros no tenían piedad e incluso tenían seguidores que los coreaban por su actitud altiva y desvergonzada. Sembraban terror y admiración a partes iguales, pero un día todo eso cambió. Empezaron a llegar hordas anglosajonas que no llevaban armadura sino sintetizadores debajo del brazo. El cuero dejó paso al algodón y los imperdibles evolucionaron en una suerte de anuncios publicitarios llamados “chapas”. El principio del fin había llegado.
Me imagino a Jorge Martínez contándole algo así a su descendencia para explicarle por que en sus conciertos la gente grita, se pega, salta e incluso escupe, mientras que en otros eventos la gente habla y habla sin hacer ni caso a lo que hay sobre el escenario. En un momento dado le preguntará su hijo…”papá pero, si ya no vistes como los antiguos caballeros ¿por qué te siguen coreando igual?” A lo que él seguramente responderá – pasión, respeto y mucha mala leche hijo, eso es el santo grial de los caballeros antiguos, una vez encontrado nunca debes perderlo.
La verdad es que uno cuando cree que todo está perdido, cuando piensa que el rock está envasado al vacío para ser exportado en cantidades industriales y de repente ve a un calvo que mira retador a una sala llena de hombres y mujeres, y suelta perlas como “Eres una puta” o “Hola mamoncete” pues que quieren que les diga, parece que la causa no está del todo perdida. Qué bonita noche, que preciosidad oír esos riffs en la lejanía mientras una preciosa lluvia de hostias como panes adorna el ambiente.
Resulta casi indecente el hecho de que Los Ilegales no estén considerados como una de las grandes bandas de punk-rock de este país. Siempre han estado ahí como que sí que no, disfrutando como tantas otras formaciones de más éxito en el extranjero que en casa, mientras aquí nos volvíamos locos con anormales que nos decían “Salta”…en fin, el cerebro humano que difícil es.
Pues eso, los caballeros antiguos, como siempre, respondieron a la llamada y un servidor, como tantos otros volverá a esperar otra oportunidad para ser escupido. Yo destruyo, tú destruyes, él destruye.