BEATLES. LA LEYENDA
Concierto teatro para divertirse
Entras en la sala de teatro y sabes a lo que vas: a escuchar los legendarios temas de la banda que más ha vendido a lo largo de la historia. Cuando te dan el programa de la función, descubres un set list impresionante, que ya querrían firmar, aunque fuera en un veinte por ciento, cualquiera de los grupos pop que hoy se vanaglorian de ser sus herederos: 33 temas impecables, de los que podríamos tararear, cuando no cantar la letra entera, de una amplia mayoría.
La parte musical, por lo tanto, parte con ventaja. ¡Son los míticos BEATLES!
Sin embargo, que nadie espere un espectáculo musical al uso de las grandes producciones de Broadway o con el sello Watl Disney. Este es un espectáculo más sobrio, en el que lo fundamental es la música.
Se trata de contar la historia de los cuatro de Liverpool, como si fuera un pequeó documental con música en directo.
Para ello, una pantalla proyecta imágenes de la banda y sus vivencias, al tiempo que la acertadísima locución de Ramón Langa (la voz de Bruce Willis en el cine) relata los pasos que dieron hasta su formación, su progreso en Alemania y The Cavern, la inestimable ayuda de Brian Epstein, la fase de creatividad en el estudio o las disensiones que llevaron al grupo a su ruptura final.
Entre uno y otro pasaje, una banda vestida de Sargent Pepper´s ejecuta los temas que hicieron famosos a Paul, Ringo, John y George, acompañados por diversas coreografías.
Para ello, el concierto cuenta con un ballet, gogos y dos trapecistas de apoyo que hacen piruetas y equilibrios. Todo contribuye a crear diferentes sensaciones, pero sobre todo, a envolver la música en un formato más teatral.
Algunos de los temas son interpretados por dos cantantes, Mónica Gallardo y Beatriz Villar, la primera ex concursante de Operación Triunfo. Desde mi punto de vista, esta es la parte que más me chirría, pues el estilo engolado habitual de cantantes con voces prodigiosas, pero con un estilo calcado unos de otros, me parece fuera de lugar. Otra cosa es lo que piensen los habituales a los musicales, género con sus particularidades y códigos en los que este tipo de interpretaciones encajan a la perfección.
El caso es que el público, heterogéneo por definición en cuanto a edad y aspecto, disfruta de los temas, pese a estar sentado en un teatro, lo que no siempre invita a la fiesta que se merece tal espectáculo. Es imposible, si ante ti suenan “From me to you”, “She loves you” “A hard day´s night” o “Hey Jude”.
Hay, lógicamente, un lugar para el sentimentalismo, para el recuerdo de Lennon por medio de la eterna “Imagine”, así como para el desmelene final con “All you need is love” y la locura de “Twist and Shout”.
En breve empezarán la gira por el país y puede ser una buena oportunidad para sacar los pantalones de campana y bailar como nuestros padres. O con nuestros padres, por qué no.